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miércoles, 17 de mayo de 2017

¿En dónde diablos está Culiacán, que nadie lo encuentra..?

Hugo Páez


Culiacán debe ser un lugar, recóndito, muy escondido, inexpugnable.
Ilegible en la cartografía nacional, por lo tanto, imposible de controlar por las Fuerzas Federales, donde grandes capos del narcotráfico tienen origen, y se mueven sin problema, como su ciudad santuario.
Así ocurre de antaño, pasando por los sexenios priistas de Leopoldo Sánchez Celis (1962), Alfredo Valdés Montoya (1968), Antonio Toledo Corro (1980), Francisco Labastida (1986), Juan Millán (1998), Jesús Aguilar Padilla (2004), Mario López Valdez (2010) y ahora Quirino Ordaz Coppel.
Culiacán, es lugar donde vivía El Chapo Guzmán hasta hace poco, ahí atraparon a Alfredo Beltrán Leyva El Mochomo, después de que la Policía Federal esperó horas la llegada del Ejército.
Sitio de vivencias y convivencias de Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán, y de Nemesio López “El Licenciado” hasta que salió del santuario y fue capturado en la CDMX.
Culiacán, prisión para los privilegiados que se permiten escapar al día posterior de una gran fiesta de despedida en el penal de Aguaruto, la última, semanas atrás El Azulito Esparragoza, Pancho Chimal, Rafael Félix El Changuito Antrax y otros, salieron por la puerta franca.
Culiacán, donde asesinaron al periodista de Río Doce, Javier Valdez Cárdenas, de doce balazos, a las doce del día, el lunes 15 de mayo, el sexto abatido por el crimen en lo que va del año.
Las Fuerzas Federales toman ciudades como Zihuatanejo, en ocasiones Acapulco o alguna comunidad de Veracruz, desplazan a las policías locales, como en otras latitudes, pero NO en Culiacán.
Ocho meses atrás, un comando fuertemente armado masacró a cinco elementos de la Sedena de Salvador Cienfuegos, en el traslado de rescate de Julio Oscar Ortíz Vega El Kevin, posteriormente ejecutado en marzo de este año. Los militares fueron sometidos a fuego intenso durante más de 40 minutos, en medio de burlas con altavoces en las camionetas del cártel. La policía local apareció horas después, en el boulevard Orquideas, en donde creen… en Culiacán.
En el narcoestado mexicano, Culiacán debe ser el Shangri La, refugio y santuario, y al parecer el Gabinete de Seguridad entero desconoce sus coordenadas y lo que pasa ahí.
Imagino que en las juntas emergentes del gobierno federal, el mando máximo, debe preguntar a Miguel Osorio Chong, a Renato Sales Heredia, a Cienfuegos, al almirante Vidal Soberón Sanz: “¿Pues en dónde carajos está Culiacán, que ahí se fue refugiar El Chapo dos veces, y dos mil jóvenes protestaron por la avenida principal cuando fue recapturado?”.
Y Culiacán sigues escondido, escabulléndose entre la geografía de la corrupción, pero muy visitada por la pléyade de aspirantes a gobernador que se quedaron en el camino: Diva Gastélum, Alfredo Villegas, Amador Gaxiola, Aaron Irizar, Jesús Vizcarra, David López, Heriberto Galindo, Gerardo Vargas Landeros, Sergio Torres Félix y Óscar Lara Aréchiga, este último, ex Secretario de Finanzas de Juan Millán y Jesús Aguilar Padilla, investigado por una juez de Andorra España, por operaciones de lavado de dinero por 16.8 millones de dólares.
Así continúa Culiacán, como centro de operaciones del Triángulo Dorado que incrementó los plantíos de amapola en un 70% en los últimos dos años, para la producción a gran escala de heroína, y mucho más, con un nuevo comandante de la III Región Militar en sustitución del general Alfonso Duarte Mujica, quien permaneció en el cargo esos dos años, relevado por otro general, Juan Bernal Reyes, a días de tomar posesión Quirino Ordaz, y antes de una visita relámpago de Enrique Peña Nieto.
Culiacán, donde se instalan mujeres y hombres en franca vía pública para vender ‘dólares baratos’ a plena luz del día, unos con cajas de billetes verdes, y otros con carritos de hot dogs atiborrados de dólares con la frase “In God we Trust”, y por supuesto que la autoridad no ve.
Culiacán, donde un grupo de fieles a Jesús... Malverde, entran a la catedral del obispo Jonás Guerrero a descabezar santos y quemar bancas, el día del ‘Santo de los Narcos”.
Ahí, en esa zona etérea, hasta ahora imposible de encontrar en el mapa, quedó tendido el cuerpo del autor de los libros: Miss Narco, Los Morros del Narco, Narcoperiodismo y Levantones. Ahí, al medio día, en media avenida y con el sombrero alicaído.
   
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