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jueves, 2 de junio de 2011

La otra guerra de Felipe Calderón

Hugo Páez

Por razones de conveniencia, seguramente electoral, Felipe Calderón negó a Telmex la transmisión de señal de televisión, aun cuando el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionísio Pérez Jácome, uno de los hombres del gabineta mas cercanos al presidente, asegure que simplemente se aplicó la ley a la petición de cambiar el título de concesión de la telefónica.
Todos los argumentos para negar el cambio del título de concesión de la telefónica parecen hojarasca frente al tornado del poder presidencial, apoyada en una normativa diseñada para dotar de esa función que permite transformarla en grillete o en salvoconducto, según sea el interés.
El enfrentamiento con Carlos Slim fue cuidado en los medios de comunicación hasta la última visita del presidente a Estados Unidos donde rompió la animadversión cordial con una frase muy clara: voy a meter al orden a los monopolios como el de la compañía telefónica de Carlos Slim.
Desde cualquier punto de vista estratégico es mas fácil arreglarse con dos televisoras que con tres. La enorme probabilidad de que Felipe Calderón le entregue la estafeta al PRI, en una derrota tan histórica como la hazaña de Vicente Fox al sacarlo de Los Pinos, no le da espacios para permitir a un tercer gran elector, aparte de Televisa y Televisión Azteca.
Posponer indefinidamente el cambio en el título de Telmex favorece a las dos televisoras aliadas comercialmente para evitar compartir el mercado, sin embargo lo que pretende Carlos Slim no es mas de lo que hacen los dos bloques recientemente unidos para ofrecer telefonía celular mediante la adquisición de títulos de Iusacell.
Carlos Slim creció al amparo presidencial, como lo hicieron en su momento Emilio Azcárraga Milmo y Ricardo Salinas Pliego, no se trata de la posición menos incorrecta desde una perspectiva moral, se trata de no aprobar una actitud que simplemente protege a un duopolio a cambio de un interés electoral, ya que en estos términos el golpe a Carlos Slim termina construyendose como un dique para la democracia de los medios de comunicación, tal como fue el desgano para modificar la ley y redistribuir las señales abiertas de televisión a una tercera o cuarta cadena, o peor aun, el poder ejecutivo tenía la facultad de promulgar el apagón analógico sin pasar por el Poder Legislativo, de esta forma se creaban alternativas de espacios de televisión abierta digital que traería en consecuencia a otros competidores, sin embargo, el presidente la envió al Congreso a sabiendas de que este la congelaría por el temor añejo de los legisladores a enfrentar los intereses de las televisoras. Temor real, solo hay que recordar el vacío mediático de televisa con el senador Santiago Creel Miranda y los golpes contra su vida privada al ventilar en noticieros y programas de espectáculos un hijo que tiene con la actriz Edith González.
Tal vez uno de los daños menores al evitar que Telmex compita con las compañías de televisión de paga sea que las rentas se van a conservar muy altas, aun cuando eso signifique mucho para la economía doméstica, sin embargo el cálculo electoral dice que se trata de un universo menor, de clase media y alta que puede pagar Cablevisión, Sky, Dish, etcétera, además de que no sería nada nuevo, ya se están pagando esos precios altos.
La guerra contra Slim pasa por su sociedad con el grupo MVS de Joaquín Vargas. La empresa centró el clímax de la libertad de expresión de sus medios de comunicación en la periodista Carmen Aristegui, después de un período de sequía a raíz de la no renovación de contrato en “La W”, la radiodifusora de Televisa.
A la contratación de la periodista el corporativo MVS la anunció como “Mas libre que nunca”, y así fue, sin medir temas tan espinosos como la supuesta afición del presidente Felipe Calderón a las bebidas alcoholicas, a partir de una pancarta que el diputado del Partido del Trabajo, Gaerardo Fernández Noroña, mostró en San Lázaro.
La reacción nerviosa de MVS fue despedir a Aristegui aludiendo una cláusula de contrato. La periodista fijó su posición públicamente y provocó que presidencia de la república se deslindara de la acción laboral de MVS.
En su noticiero matutino de 102.5 FM, Aristegui cuestionó la posible adicción del presidente Calderón y emplazó al gobierno federal a presentar un reporte de la salud del mandatario para ver posibles implicaciones que pudieran afectar en su trabajo. En respuesta, Roberto Gil Zuarth, secretario particular de Felipe Calderón, presionado por Alejandra Sota, directora de Comunicación Social, apresuró una conferencia de prensa en la que prometió informar mes a mes las actividades y estado de salud del presidente.
Nunca lo hizo como esa vez, en conferencia de prensa. En algún momento me lo encontré meses después en el restaurante The Palm del hotel Presidente Intercontinental y me respondió con desgano que el reporte estaba publicado en el sitio de internet de presidencía de la república, si lo está, está muy escondido entre páginas HTML, fuera de foco, evidentemente para amortiguar el impacto que tendría un reporte mensual de la salud de Felipe Calderón en conferencia de prensa donde sería difícil controlar la presión de la prensa.
“El gobierno no trae nada contra Carlos Slim”, dijo ayer Dionisio Pérez Jácome en la inauguración Expo Mar 2011 al confirmar que la decisión de no permitir a Telmex el Triple Play se tomó conforme a derecho. La verdad es otra, y tiene que ver con la terrible opinión que confió el magnate a un grupo de amigos.

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