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martes, 14 de febrero de 2012

Plurinominales la obesidad del Congreso

Hugo Páez

Es suficiente con ver el ímpetu de los grupos de poder en los partidos, enfrascados en el reparto de las posiciones plurinominales, para entender lo difícil que será renunciar a este espacio que les garantiza permanencia y nómina.
PRI, PAN y PRD, principalmente, mantienen una clase que siempre sale ganando, aun en las derrotas. En el PRI, el dominio de beltronistas y peñistas, provocaron desacuerdos con su aliada Elba Esther Gordillo, no hubo reconciliación en el reparto de escaños y decidió romper la alianza.
En el PRD las definiciones se hacen con un entendimiento previo entre los grupos de Marcelo Ebrard Casaubón, Andrés Manuel López Obrador, y algunas tribus que garantizan apoyos a cambio de posiciones en el Congreso.
En el PAN, el pánico se apoderó de los corderistas, tan pronto se dio a conocer el triunfo de Josefina Vázquez Mota. Dos días después del 5 de febrero, aceleraron las presiones para afianzar las posiciones de Ernesto Cordero Arroyo en el Senado y la Cámara de Diputados, ante el riesgo de que la candidata metiera mano a las listas.
La operación cicatriz necesitó de este tipo de negociación y, en apariencia, las propuestas plurinominales quedaron equilibradas en una primera etapa, pero aun falta el último tramo en la votación del próximo domingo.
El botín de los partidos, es un mecanismo de elite, totalmente antidemocrático, que no se arriesga a perder en las urnas, y llegó a ser parte del espacio de confort de los partidos. Ya ni siquiera tienen la sensibilidad de postular a los candidatos a plurinominales, de acuerdo a su pertenencia territorial. Por ejemplo, parientes de Gordillo serían postulados por Chiapas y Sinaloa, y el panista michoacano Cesar Nava, por Tabasco.
En el absurdo, surgió una explicación totalmente descuidada del presidente de la Comisión Nacional de Elecciones del PAN, José Espina von Roehrich; justifica el descuido de las formas, a partir de que la farsa se hizo cotidiana cada tres años, por lo tanto, el maquillaje sale sobrando.
La eliminación de las 200 diputaciones plurinominales y las 64 del Senado, condenaría a la nomenclatura a la extinción, ya que ha encontrado un refugio seguro durante décadas, y aun cuando la presión social tiende a una primera reducción del 50 por ciento de de esa obesidad del Congreso, aparece la salvadora reelección de diputados y senadores, unos se podrán quedar 12 años en el senado y otros nueve en diputados. Según esto sería un mecanismo electoral para premiar o castigar a sus candidatos. A otro perro con ese hueso, como dice Andrés Manuel López Obrador, es el texto de los apologistas que tratan de afianzar el mecanismo para garantizarse mayor permanencia.

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