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miércoles, 11 de abril de 2018

   
Trife, PGR, Judicatura e independientes en Operación de Estado contra AMLO y Anaya
   
Hugo Páez
 
“Soy uno de los 86 millones de ciudadanos a quienes el Tribunal Electoral hace sentir inseguro y avergonzado”. Las palabras de Diego Valadés Ríos son demoledoras, el destacado jurista y ex Procurador General de la República resalta la aberración del Trife al avalar el fraude de Jaime Rodríguez “El Bronco” que le permitió, en complacencia de cuatro magistrados de siete, entrar a la contienda presidencial.
Tres días antes, un juez federal, con récord de beneficios a al ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa, atrajo el caso de los cómplices del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez: Alejandro Gutiérrez, ex Secretario General del PRI, Antonio Tarín y Gerardo Villegas, acusados de desviar al menos 250 millones de pesos a campañas del PRI, en otro movimiento más para quitarle negativos a la campaña del candidato oficial.
En esta oleada de golpes jurídicos, la PGR de Alberto Elías Beltrán escenifica nuevos malabares para sacar de la contienda presidencial a Ricardo Anaya Cortés, al ‘exonerar’ de lavado de dinero al chofer de Manuel Barreiro, Alberto López López, a cambio de acusaciones futuras, en una forzada trama inducida a implicar al candidato de la coalición Por México al Frente, en un escenario delictivo que permita quitárselo a José Meade Kuribreña del camino.
Para los observadores con fascinación mórbida de la trama, el 24 de marzo, el Procurador Elías Beltrán se apresuró a exonerar de los delitos de lavado de dinero y fraude bancario, al prófugo César Duarte y a su tesorero Jaime Herrera Corral. Me aseguran que el primero ya está más relajado en Estados Unidos por una extradición que no llega y ni lo hará en este sexenio.
La permanencia de Anaya Corté en el segundo lugar de las encuestas, a casi 10 puntos de ventaja de Meade, y a la misma distancia, pero por debajo del puntero Andrés Manuel López Obrador, obligan a fortalecer la estrategia de Meade en todos frentes posibles.
Uno de estos frentes es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de Janine Otálora, que con anterioridad mostró intenciones en la elección de Coahuila en noviembre pasado, al permitir el infame rebase de campaña del candidato del PRI Miguel Riquelme y dejarlo tomar posesión como gobernador, a pesar de las pruebas irrefutables de la operación multimillonaria de los hermanos Rubén y Humberto Moreira. Como premio, Rubén y su esposa fueron integrados como parte fundamental de la campaña del candidato del PRI-PVEM-Panal.
Ese Tribunal Electoral eventualmente daría la victoria a Meade Kuribreña el 1 de julio, y para tales propósitos revive a Jaime Rodríguez “El Bronco” como el candidato que tratará de noquear a López Obrador y dará algunos bajos a Anaya.
La vergüenza por el Tribunal Electoral es evidente, como dice Diego Valadés, basta leer el impecable posicionamiento del magistrado Reyes Rodríguez Mondragón ( http://ow.ly/oEQ030jpRjO) quien votó en contra de registrar a El Bronco, y calificó de Falacia argumentativa generalizada” a los argumentos de los magistrados favorecedores: Felipe Fuentes, José Vargas, Indalfer Infante y Mónica Soto.
Con pasos torpes en la Operación de Estado, la Procuraduría General de la República se bate por aniquilar con instrumentación legaloide a Ricardo Anaya, y a la vez, la Judicatura trata de arrebatarle al gobernador emanado de la alianza PAN-PRD, Javier Corral Jurado, la investigación de la brutal corrupción de la administración de César Duarte, como fuente de financiamiento del PRI.
Esta Operación incluye los odios calderonistas que lograron la división de un pequeño grupo de senadores y la renuncia de Margarita Zavala Gómez del Campo, beneficiaria de una promoción inusual por parte  del gobierno federal y de Alberto Bailleres, CEO del minero Grupo Peñoles beneficiado en el sexenio de Calderón, con el propósito de mantener secuestrados, entre 3 y 5 puntos porcentuales de la clientela electoral afín al PAN.
Pero la Operación de Estado sigue batallando con el anti PRI que se expande día a día, y obliga a la alianza a borrar todo vestigio partidista en la imagen del candidato. En el nuevo look, Meade aparece como “Candidato ciudadano Meade”, sin logotipos tricolores, verdes o turquesas, sólo con el picto de tres triángulos enlazados al que el imaginario popular bautizó como “los Doritos”, para tratar de negar lo innegable, y la continuidad inminente.
En una reflexión al estilo Javier Marías, se podría concluir: “Cuando la rectitud es sobrevenida, impostada, en base a una propaganda narcisista, constituye uno de los mayores peligros”.
Y esos peligros se traducen en la persistencia de la impunidad.
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