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jueves, 19 de febrero de 2015

Eduardo Medina Mora, más que de Ministerio Público a Ministro

Hugo Páez

La sentencia es lapidaria: “Darle una posición de Ministro de la Suprema Corte a un ministerio público es bochornoso”, pero la frase resume el sentir en el Poder Judicial por la inclusión de Eduardo Medina Mora Icaza en la terna enviada por Enrique Peña Nieto al Senado.
Se entiende la molestia, como la de cualquier gremio, ante recelo por el intruso. Algunos ministros señalan que Medina Mora carece de perfil de jurista, que no tiene trabajo jurídico relevante o alguna cercanía con derechos humanos, un tema sensible en la última década de la SCJN.
Sin embargo, el embajador en Estados Unidos no fue en su cargo de Procurador General de Justicia un ministerio público como tal, ni llegó al gabinete de Felipe Calderón Hinojosa desde los cimientos de PGR, como José Luis Santiago Vasconcelos (+) o Marisela Morales Ibañez, en realidad el de Medina Mora es un perfil de funcionario de primer nivel, con inmejorables relaciones públicas y una currículum que lo llevó desde el CISEN hasta la más importante representación diplomática de México en el extranjero, pasando por la del Reino Unido.
No obstante en el Poder Judicial se ve como una burla la terna enviada por el Ejecutivo, inclusive los dos magistrados propuestos: Felipe Fuentes Barrera y Horacio Hernández Orozco, con un bajo perfil ya que no figuran en el sector.
El propósito de mover al principal embajador de México es tan obvio que resulta ofensiva la presunta selección en el Senado, o cuando menos es evidente la simulación. Seguramente Emilio Gamboa Patrón tiene resuelto el número de votos necesarios para nombrarlo, cualquier resultado diferente pondría en duda su probada capacidad de persuasión. En Los Pinos no arriesgarían la imagen del embajador en EU en una contienda de resultados no anticipados.
Ningún ministro tiene las relaciones de Medina Mora, su paso en la administración pública le permite puentes con la sociedad civil, medios de comunicación como Televisa, empresarios y los principales partidos políticos. De embestirse con la toga será un ministro sui generis en una  Suprema Corte que no está exenta de dudas. Controversias como la liberación de la secuestradora Florence Cassez, tan pronto cambió el sexenio, es una muestra, amén de la crisis interna que retardó la primera semana de enero el nombramiento del nuevo presidente durante 30 rondas de votaciones con dos apostadores.
La penosa jornada desde las 11 de la mañana del domingo 4 de enero hasta las 8 de la noche, alertó a la oficina de Miguel Ángel Osorio Chong en Gobernación, se dispuso a preparar una posible salida alterna, hasta que el ministro presidente saliente Juan Silva Meza cedió el voto reiterado a Arturo Zaldívar Lelo de Larrea a Luis María Aguilar Morales.
Otra situación extraña ocurrió entre el 2005 y el 2006 con la intención del entonces ministro presidente Mariano Azuela Güitrón, por constituirse en un jurado calificador de la elección, por encima del Tribunal Federal Electoral. La controversia fue brutal entre Felipe Calderón Hinojosa, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo Pintado, al grado que la intención de la Suprema Corte llevó al Congreso, principalmente al priista Manlio Fabio Beltrones, a formular una amenaza al proponer un Tribunal Constitucional por encima del colegiado de la SCJN.
No se diga del transitar del ex ministro presidente Genaro David Góngora Pimentel por las filas de Andrés Manuel López Obrador y la frustrada apuesta a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hasta caer en el desprestigio por el abuso y falta de responsabilidad con su ex pareja y madre de dos hijos con autismo, situación que lo proscribió del círculo rojo de López Obrador y del ámbito político.
En la terna de Peña Nieto no veo otra intención que allanar el camino a Eduardo Medina Mora, indudablemente una persona muy capaz, al margen de los intentos por satanizarlo a partir de los resultados contra el crimen organizado en el sexenio de Felipe Calderón, un presidente iracundo, de mecha corta, que optó por el canto de Genaro García Luna, un personaje antagónico que logró poner a Medina Mora en la lona. Ahora es otra historia.

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