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martes, 5 de octubre de 2010

¿Cambiamos de amo pero seguimos de perros, Manuel Clouthier..?

Hugo Páez

En el aniversario luctuoso del Maquio Clouthier, su hijo Manuel recordó una frase de su padre: el chiste no es cambiar de amo sino dejar de ser perro.
Manuel es un aguerrido panista que pone nerviosos a sus compañeros de partido, y no se diga a los diputados de su bancada.
Habló en medios de comunicación tratando de contenerse, se oía el tono, pero no logro dejar de sacudir al gobierno de Felipe Calderón con una lapidaria reflexión de que en la atmósfera política prevalecen los proyectos particulares sobre los de nación.
Tiene razón, sin ningún reparo de conciencia y ética ideológica, en los partidos políticos han prevalecido los proyectos personales. Tan solo el pasado jueves el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard Casaubón presentó un proyecto claramente electoral llamado Fundación Equidad y Progreso, que a pesar de ser un gobernante regional, pretende instalar oficinas en las 32 entidades del país. Un proyecto personal que compite con otro proyecto personal de izquierda abanderado por Andrés Manuel López Obrador.
El PAN vive una polarización marcada por proyectos personales que luchan claramente contra el centralismo de Felipe Calderón Hinojosa. Quedó totalmente borrado el objetivo de Acción Nacional de no convertirse en un partido al servicio del gobierno.
En el PRI prevalece el fantasma del 2006. Roberto Madrazo luchó contra viento y marea por su proyecto personal, sin importar las metas del partido y quedó rezagado en un lejano tercer lugar en la elección presidencial. Ahora, la principal amenaza es el fuego amigo que podría frustrar los pronósticos de las encuestas que le dan una clara victoria en el 2012, pero de nuevo, la sobra de los proyectos particulares pueden reventar esa ventaja que les da Enrique Peña Nieto, aunque en el mundo real las formulas mas sólidas se han colapsado, precisamente por ese elemento de insidia que corroe al acero mas templado.
Chuchos, camachistas, pejistas, calderonistas, inconformes albiazules, peñistas, beltronistas, paredistas, escenifican un ritual de intereses que podría parecer auténticamente propio de la vida política, vaya, hasta justificado si damos por hecho que la expectativa de los ciudadanos, del proyecto de nación, se tiene que dar como voluntad de la clase política.
El último vaudeville, el de las alinzas PAN – PRD en las candidaturas estatales, es una muestra de esa voluntariosa carrera de intereses particulares que rebasa toda ideología. No tiene lado bueno, ni siquiera la crítica del PRI basada en el antagonismo de juntar al proyecto de izquierda con el de derecha, simplemente por que su exposición es eminentemente convenenciera, aún cuando la dialéctica sea limpia, no defienden la moralidad, simplemente porque no la ejercen.
Faltan dos años, aún es tiempo para que los ciudadanos exijamos cuando menos vida democrática al interior de los partidos, esos que hacen lo que se les pega la gana con solo presentar su método de selección de candidatos ante el IFE.

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