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jueves, 24 de mayo de 2012

Pánico en el PRI por Yarrington

Hugo Páez

Sintomática la reacción nerviosa del PRI al tratar de borrar toda huella de Tomás Yarrington, investigado por autoridades de Texas por lavado de dinero.
Aun cuando resulte culpable después de ser juzgado, parece una cobardía expulsarlo de sus filas por anticipado, interponiendo los intereses electorales sobre sus derechos. Una perla en esta guerra de nervios es la declaración del vocero Eduardo Sánchez al ofrecerle que le reintegrarán la militancia una vez que pase la investigación y resulta inocente, como si el ser miembro de un partido fuera un impedimento o le diera una especie de fuero. En realidad no les importa sacrificarlo, aventarlo a la hoguera pensando en que nos tragaremos el cuento de que Yarrington es un presunto delincuente en solitario, una oveja negra que no tiene relación alguna con una red de complicidades del partido.
Al convocar a la Comisión Nacional de Justicia Partidaria para suspender su militancia de facto Tomás Yarrigton es culpable, pero no podrán borrar de la memoria colectiva su historia, ni la intentona de que la expulsión elimina corrupciones y complicidades pasadas.
Y aún cuando tenga cadáveres en el closet, y se lo demuestren, Pedro Joaquín Coldwell trata de vacunarse en tiempos electorales contra lo que pueda resultar del ex gobernador de un estado hundido en todas las variantes del crimen organizado. La acción provocará el efecto contrario, el escándalo crecerá sin lugar a dudas.
Ya imagino a Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota haciendo un recuento de las fechorías de los ex gobernadores del PRI, y los activos, que no pudieron ni pueden controlar los fuertes brotes violentos del crimen organizado. Ejemplos sobran en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Chichuahua.
Por lo pronto, la candidata de Acción Nacional tiró el primer golpe a insinuar que ella no tiene que cuidar a sus ex funcionarios, como Enrique Peña Nieto, que los del PAN son honestos; el priista hizo alusión al lamentable papel de Josfina en la guerra sucia.
Pero en el caso de la justicia norteamericana contra Yarrington no hay nada nuevo, el escándalo fue anunciado con antelación e involucraron también a los ex gobernadores tamaulipecos Eugenio Hernández y Manuel Cavazos Lerma, sin embargo a menos de un mes y medio de las elecciones el pánico se apoderó de la cúpula del partido para provocar una reacción histérica de asepsia política.
¿Alguien podrá olvidar que Tomas Yarrington trabajó muy cerca de Betriz Paredes y era el encargado de palomear a los candidatos a diputado y senadores desde la presidencia del PRI en el 2009..?
Una posición tan importante habla de relaciones estrechas, de complicidades de grupo tan evidentes que no podrán ser ocultadas con una simple expulsión.

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