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martes, 5 de julio de 2011

Jugando a perder

Hugo Páez

Si la curva de aprendizaje no se prolonga por intereses de grupo en el calendario electoral, PAN y PRD deben estar considerando seriamente ir juntos a la presidencia de la república.
Sobre todo por la distancia que marcó Enrique Peña Nieto en el Estado de México sobre su adversario mas próximo, Alejandro Encinas, y el nivel de sepultura que dio a Luis Felipe Bravo Mena, abandonado desde el inicio de la campaña por el CEN del PAN.
Tal vez esa distancia brutal, histórica, juegue contra el gobernador del estado, ya que obliga a sus opositores a un acuerdo y consolida la tesis de que separados no le van a hacer nada.
Estas reflexiones son viejas en esta columna, el crecimiento del PRI, la soberbia en el PAN producto de la incompetencia, y la sombra del caudillo Andrés Manuel López Obrador en el PRD, derivan en la conclusión de la alianza como única opción real.
Ya habrá tiempo para oir la cantaleta de que la elección presidencial es muy diferente. En efecto, hay mas variables en juego y un territorio menos controlado, pero esto juega a favor o contra todos, y quedó perfectamente demostrado el 3 de julio que el PAN trae un desmadre desde el inicio del sexenio que aumenta cada día acumulado con las torpezas de Germán Martínez, la incompetencia de Cesar Nava y la terrible confusión de Gustavo Madero, quien ni siquiera hizo el menor esfuerzo por estar al frente en Nayarit, el día de la elección, el estado con mas posibilidades de obtener una gubernatura.
Los panistas no han podido superar esa adolescencia fascinada por tomarse la foto con sus líderes, estereotipos y candidatos, es la versión región cuatro de la clase "Yuppie" republicana de Estados Unidos. Bueno, basta ver que uno de los logros del gobierno federal es el gabinete twitero.
La madriza del domingo demostró que no basta el hartazgo de la población para mantener al PRI en la banca, tal vez no hubo quien considerara que en el 2012 los últimos que sufrieron en conciencia al partido de López Portillo, del Negro Durazo, de Echeverría, de Gustavo Díaz Ordaz, de Salinas, de La Quina, de Elba Esther Gordillo, en fin, de esos que Felipe Calderón acusó de masacrar estudiantes, de robarse elecciones y hundir al país en crisis económicas recurrentes, tendrán mas de 30 años, por lo tanto, son minoría en la población.
Nada pudo contener la madriza ni curar sus efectos, ni la negación de la derrota ni la autosugestión, como lo hicieron ayer Ernesto Cordero y Javier Lozano.
         Hay un primer panista y muchos responsables a partir de ahí. Les queda un año para trabajar o entregarle las llaves al PRI.

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