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jueves, 26 de junio de 2014

La lata de María Elena Morera

Hugo Páez

¡Que lata da esa señora..! comentó el gobernador de Guerrero Ángel Heladio Aguirre Rivero de María Elena Morera hace unos meses. Ahora la presidenta de Causa en Común da otra lata, pero a todo aquel que invita a recordar los 10 años de la gran marcha ciudadana, con deseos y pensamientos de lo que esperamos y podemos hacer por México en el 2024. Se trata de enterrar una cápsula del tiempo el domingo en la Casa del Lago de Chapultepec, el domingo a las 8:30 de la mañana.
La epidermis del guerrerense es tan delgada que le molestaron las críticas de la activista social y los reclamos de certificación de sus policías. La violencia en el estado se destaca en algunas zonas como Acapulco, Chilpanzingo y Tierra Caliente, amén de los desastres naturales que lo metieron en una espiral de crisis.
Yo por lo pronto espero que en el año 2024 el secuestro no sea ocho veces mayor que en el 2004, ya que Morera asegura que en estos momentos es cuatro veces mayor que en año donde salieron a la calle más de un millón de personas vestidas de blanco, de todos los colores partidistas, credos y niveles sociales.
Recuerdo un escena conmovedora al transitar por Reforma hace diez años: el jefe de taller Francisco Saucedo, una persona recia, optimista y entusiasta, estaba bañado en lágrimas junto con su familia, todos vestidos de blanco. Días antes en el sur de la ciudad habían matado a su hijo a las puertas de su casa al resistirse a un robo.
El joven se ganó de una beca para estudiar  sistemas computacionales en Europa, esa disciplina que ahora llamamos Tecnología de la Información. El esfuerzo de la familia fue titánico en apoyo al primogénito destacado en busca de nuevos horizontes que en un instante quedaron cubiertos de sangre y frustración, en la ola imparable de violencia que trataron de minimizar Andrés Manuel López Obrador y Vicente Fox Quezada, tal vez por el impacto de la multitud exigiendo en silencio ruidoso seguridad y combate a la corrupción de la fuerza pública.
Antes de terminar el sexenio los niveles de inseguridad bajaron considerablemente comparados con los actuales, sin embargo, Felipe Calderón desmanteló gran parte de lo hecho por Fox, y los gobernadores desviaron el esfuerzo de los grupos antisecuestros a otras tareas. El delito se disparó de nuevo y ahora lo cuadruplica.
De lo que fue una capital ejemplar en materia de seguridad en el sexenio de Marcelo Ebrard Casaubón, ahora Miguel Mancera se vio obligado a recurrir al auxilio federal del Ejército, la Marina y la Policía Federal para contener al crimen organizado en el Distrito Federal.
El año pasado el Jefe de Gobierno le pidió a Morera, presidenta de Causa en Común, que le ayudara a convencer a sus vecinos para instalar cámaras de seguridad ante la ola de robos a casa habitación.
Pero el problema nos incluye, no podemos bajar la guardia. En los estados siguen robando o desviando el presupuesto destinado a seguridad pública, falta capacitar y certificar a las policías, y no debemos cejar hasta lograr que las políticas de seguridad pública sean proyectos transexenales sólidos.
A 10 años de esas impresionantes imágenes aéreas de cientos de miles de personas de todas las edades por todo Reforma hasta el Zócalo -por cierto que el periódico Ovaciones regaló a México Unido Contra la Delincuencia en el 2004-, no veo a una María Elena o a Josefina Ricaño de Nava frustradas por el repunte en los índices delincuenciales, por el contrario, mentes más abierta a la comprensión de un fenómeno de múltiples variables y con una terquedad necesaria para dar lata a cuanto gobernante sea necesario, como a Ángel Heladio Aguirre Rivero.

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