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martes, 5 de marzo de 2013

El PRI se vacuna para la interna del 2018

Hugo Páez

¿Enrique Peña Nieto permitiría la derrota de su favorito en la elección interna del PRI en el 2018, como lo hizo Calderón con Ernesto Cordero frente a Josefina Vázquez Mota..?
Con toda seguridad la respuesta es un NO, en el ánimo del PRI que tumbó a Elba Esther Gordillo, pero ahora con la entrega del báculo del partido en la 21 Asamblea Nacional, nadie se atrevería a pensar lo contrario.
En las últimas semanas del 2011, en la presentación de los siete precandidatos del PAN, la curia priista tenía una fuerte preocupación, a pesar de los esperanzadores números de Enrique Peña Nieto en las encuestas. El gran temor de esos momentos puede resumirse en una frase: “Si Cordero resulta candidato, Calderón irá con todo”.
Peor aún, si usted revisa los periódicos, días antes de la elección interna del PAN, la gran mayoría de los columnistas pontificaban la derrota de Josefina. El arraigo de años de cultura presidencialista influyó en las plumas para el razonamiento lineal, simplista, como ocurrió durante décadas en México. Basta googlearlo en esas fechas para reconstruir los fallidos pronósticos.
En una cosa fueron atinados los priistas: Calderón dejó sola a Josefina, no obstante, no hubo forma de comprobar si en efecto, con el ex Secretario de Hacienda como candidato, el presidente utilizaría toda su fuerza. Lo otro, la desolación presidencial que sufrió Vázquez Mota, está registrado.
Como cualquier otra fuerza política, la prioridad después de ganar una elección es mantener el gobierno. Los cómo, incluyen el buen gobierno y la percepción ciudadana de bienestar, dos elementos que logró en un nivel aceptable Felipe Calderón, separando del tema de inseguridad que inclusive podría acompañar por un buen tramo a Enrique Peña Nieto.
Esos dos elementos, el buen gobierno y el bienestar son perfectamente controlables con trabajo y proyectos de gobierno y disciplina fiscal, lo que puede salirse de las manos, el temor de todos los partidos, es el control interno instigado por grilla entre pares que se conocen secretos y debilidades. Esas intrigas resaltan en las páginas de la historia, las recientes: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, y en otras latitudes, la renuncia del Papa Benedicto XVI.
Pues bien, el fin de semana el PRI trató de cerrarle el paso a ese nubarrón en el horizonte de todos los partidos, a ese temporal que deberán capotear llegado el momento. Someter las decisiones del partido a las del Presidente de la República, parece ser la vieja fórmula que en su imaginario evitará la tormenta del sexto año. Está por verse.

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