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jueves, 18 de marzo de 2010

Calderón debe exigir a EU solución al tráfico de armas

Hugo Páez

El martes hablé en esta columna de la sobrereacción del gobierno de Estados Unidos por la ejecución de tres personas ligadas al consulado en Ciudad Juárez.
Posiblemente hay algo que el presidente Felipe Calderón no entendió en toda su dimensión desde el principio del sexenio: la lucha contra el crimen organizado, en especial el narcotráfico, no está en el mismo orden jerárquico, tanto para George Bush y Barak Obama, los dos presidentes norteamericanos que coinciden con el mexicano. Aún cuando la expansión de los carteles amenazó la seguridad nacional y el gabinete planteo una recuperación del territorio que no se ha logrado de acuerdo a lo planeado, la prioridad en seguridad para los últimos dos presidentes norteamericanos es el terrorismo, para Calderón, una lucha que provocó guerra interna.
Los presidentes norteamericanos utilizaron el combate con íconos muy claros de campaña electoral: Al Qaeda, Osama Bin Laden, Hezbolá, Iraq, Afganistán, Paquistán e Irán. Combatir al enemigo que viene del exterior es nacionalismo; una zaga con mucho jugo electoral.
Al contrario, en México, la guerra contra el crimen hundió más al PAN de Germán Martínez Cázares en las elecciones del 5 de julio del 2009, no fue un tema de campaña acertado, sencillamente porque la supuesta victoria no es ni remotamente clara. Peor aún, los más de 16 mil muertos en esta especie de guerra civil dejan un mal sabor de boca y pésima imagen para el gobierno de Felipe Calderón, que ha tratado de justificar la masacre como una guerra entre bandas, cuando en realidad es una guerra entre mexicanos.
Con más de un millón de norteamericanos residiendo en México y arriba de 2 mil como personal diplomático, los capos del crimen podrán utilizarlos como blanco, si de hacer escándalo se trata. Escándalo, que fue generado por la reacción de Barak Obama, Hillary Clinton y Janet Reno por la muerte de la empleada del departamento de estado, Lesley Ann Enriquez y dos personas más, ligadas al consulado de Juárez.
La titular de seguridad interna, Janet Reno, tocó una fibra más sensible, aseguró que el ejército mexicano no ha servido de nada en Juárez. Es el derrumbamiento de un mito en el que la mayoría de los mexicanos deposita su confianza: el Ejército, Marina y Fuerza Aérea. Instituciones que en las encuestas obtienen los mayores puntajes de confianza, aún sobre la iglesia católica, a pesar de que generales purgan largas penas por su relación con los cárteles de la droga, como el ex zar antidrogas, Jesús Gutiérrez Rebollo.
El martes Felipe Calderón dejó claro frente al embajador Carlos Pascual que el problema es responsabilidad de los dos países, y que no permitirá injerencia directa del gobierno de Estados Unidos en nuestro país. Me imagino que dejó entre líneas: así sean asesinados más de sus ciudadanos.
Para muchos analistas el presidente mexicano está atrapado en un problema al que no puede bajarle recursos ni esfuerzo. Por más que las soluciones en Juárez trataron de ser integradas con programas sociales, de respuesta a mediano y largo plazo, lo inmediato es agobiante y perturbadoramente violento.
Las visiones de los dos países son tan dispares, que a un problema conjunto, hubo dos reacciones separadas. La de Obama prendió los focos en su gobierno y Congreso, en el que se espera una natural reacción antihispana, y se verá reflejada no en una solución conjunta, sino en endurecimiento de las políticas hacia México.
La situación debe servir para que Calderón exija regulaciones serias y estrictas en la venta y tránsito de armas, a pesar de que la Constitución de Estados Unidos garantiza a sus ciudadanos el acceso a estas. La política norteamericana de armas debe emular a la mexicana como un paso vital en el llamado problema conjunto, aún cuando reportes de inteligencia aseguran que ya circulan en México más armas europeas y asiáticas que norteamericanas. Estos datos son poco claros, y se basan en registros que pueden ser alterados para establecer el origen en otro país.
Al gobierno de Calderón se le podrá criticar la efectividad del método, inédito por las dimensiones de una guerra jamás antes librada, pero no se puede negar el esfuerzo ni el compromiso, que comparado con Estados Unidos en relación al Producto Interno Bruto y costo en vidas, está muy lejos de ser el mismo sacrificio.

hugopaez@prodigy.net.mx
www.hugopaez.com

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