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jueves, 17 de mayo de 2018

   
López Obrador ¿hacia una revolución cultural..?
   
Hugo Páez
 
La cancelación del conglomerado de proyectos, de propuestas enfrentadas con la visión empresarial y una filosofía estructuralmente diferente a las democracia liberales, revelan que el ideario de Andrés Manuel López Obrador necesita una revolución cultural que cambie la percepción de más del 60% de la población en México que está en desacuerdo con sus planteamientos.
Pero en la democracia, la mayoría podrá estar contra el líder de Morena, si el voto de sus adversarios se atomiza y la alianza Juntos Haremos Historia obtiene más votos, un nuevo pensamiento, una nueva teoría económica y filosofía de gobierno, dominará al primer país de Latinoamérica.
Andrés Manuel se encontrará con una mayoría que NO comulga con sus ideas y proyectos, por lo tanto, ‘necesitará’ una revolución cultural permeable en las nuevas generaciones, donde encontramos la cantera de sus seguidores, para materializar su México del futuro.
Por eso una de sus metas es lograr la mayoría en el Congreso, ya que un poder autónomo, en distonía con sus propósitos, necesitaría de métodos más radicales para someterlo, y esos por lo pronto promete descartarlos.
El problema vendrá cuando no se concreten los resultados asistenciales y de igualdad prometidos, sin colapsar la economía, a partir de ahí, vendrá la expiación de culpas y la identificación de los ‘culpables’ que se resisten al cambio y a la nueva visión del líder.
En la Cuba posrevolucionaria, Fidel Castro poco a poco fue coartando los poderes autónomos, hasta quedar a modo el legislativo y el judicial, los empresarios y sus empresas fueron blanco de culpas y se dio la dinámica del deterioro que conocemos.
Pero del origen de ese cambio, el calendario marcó más de 50 años de distancia, y, “las condiciones actuales son diferentes”, es la tesis de los que pretenden disipar el miedo al riesgo de repetir la historia.
Mao Tse-Tung (traducido por el Pinyin como Mao Zedong) echó mano de una revolución cultural que creó nuevas generaciones adaptadas a la visión progresista del futuro de China, cimentada en cuatro líderes llamados la Banda de los Cuatro, que con el estridente fracaso del Gran Salto Adelante (campaña de medidas económicas, sociales y políticas implementadas de 1958 a 1961), uno de los Cuatro, Deng Xiaoping, con un especial instinto de adaptación logró desplazar a Mao sin violentar y alentó a una generación de dirigentes progresistas que pasó por Jiang Zemin, y los ultra progresistas -relativo al país- Hu Jintao y Xi Jinping que convirtieron a China en la segunda economía mundial y la potencia influyente que se apoderó de una gran cantidad de los puertos más importantes del mundo.
Con los ejemplos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, el nobel peruano Mario Vargas Llosa califica de suicidio de los mexicanos una victoria de López Obrador, lo cual le ganó el ataque rabioso de los seguidores fanatizados del líder, un perfil totalmente ausentes en los simpatizantes de cualquiera de los otros cuatro candidatos.
Las señales del Andrés Manuel radical, suavizado desde la elección del 2012, empezaron a cuenta gotas, y rápidamente se convirtieron en lluvia, escenificada en el choque con empresarios por el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Esa lluvia escaló a tormenta tropical con la denostación de la Reforma Energética y pronostica huracán con la muerte súbita a la Educativa, trocada por su decálogo.
Es una nueva visión que requiere una base teórica análoga a una revolución cultural -aunque es evidente que Andrés Manuel no es un líder intelectual como lo fue Mao o Fidel- de otra manera vendrá el choque de trenes, y esperemos que este 20 de mayo, día del debate presidencial, no reeditemos lo que estará viviendo Venezuela ese mismo día, con una elección simuladas, un éxodo de lesa humanidad a Colombia, y un tirano empeñado en su megalomanía, sin importarle la destrucción del país de Bolívar.
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