Hugo Páez
Bajo el riesgo de ser acusado de cascarrabias, va lo siguiente.
Los mexicanos NO somos una subespecie extraordinaria o VIP del Homo Sapiens, ni estamos en el pedestal de la solidaridad o hermandad, sobre el resto de la humanidad.
En el autoelogio etnocentrista, no he visto el ferretero que ayudó a más no poder a quien lo necesitó, ni al policía de crucero, enfermeras, médicos, miles de estudiantes y vecinos que se desvivieron por otros, pero si vi los intereses políticos con el objetivo de joder al gobierno en turno, exaltando la virtud de los mexicanos “que rebasaron a los tres niveles de gobierno”. También al propio gobierno, en una trama de aplacamiento de ánimos, por medio de reconocer la grandeza mexicana, a través de #FuerzaMéxico y otras cursilerías.
Los daños del sismo son mayores porque las cosas las hicimos mal, la corrupción permitió usos del suelo apócrifos, la tolerancia infame de constructores ligados a intereses de la federación, estados y municipios, en pocas palabras, no hicimos lo que teníamos que hacer: combatirla a fondo.
Otro mito: el problema de la información NO son las redes sociales de internet, es el morbo, el chismorreo, el ímpetu y ligereza de los usuarios, existente in saecula saeculorum en todo el planeta. El registro está en la historia de los medios de comunicación, desde la tradición oral hasta el ciberespacio.
Para darnos una idea antropológica histórica del rumor, mitos y falsedades: la Iglesia Católica tuvo que desechar más de 60 Evangelios de los 46 del Antiguo Testamento, y 27 del Nuevo Testamento. A pesar de esta depuración exhaustiva durante siglos, con locuras tales como que Jesús de Nazareth de niño jugaba a convertir a sus amigos en cabras y chivos, y viceversa; aún así, están autorizados por la Santa Sede cuatro versiones: la de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los ateos podemos dormir tranquilos, la tendencia dice que dentro de poco quedará una.
El presidente Enrique Peña Nieto se quejó ayer en un recorrido por las zonas siniestradas de Joquicingo Estado de México, sobre las “noticias falsas en redes sociales que buscar entorpecer las tareas”, bajo este razonamiento, debió incluir a la televisión y radio de Televisa de Emilio Azcárraga por el culebrón de Frida Sofía, y a la Secretaría de Marina de Vidal Soberón Sanz por difundir información falsa, propiciada por la falta de rigor en el manejo de datos.
Indudablemente somos un pueblo cálido y solidario, de mucha tradición familiar, a pesar de la atomización natural de la posmodernidad, pero es una características de los comunidades latinas, probada en el sismo de Managua en 1972 provocador de 19 mil 320 muertes, a diferencia de la anglosajona; la disimilitud es palpable entre los desastres provocados por Katrina en Nueva Orleans en el 2005 con 1,800 muertos, y los sismos en México del 1985 y 2017, y el de Nicaragua.
Pero nos fortalece el autoconsuelo el sentirnos especiales, y algo hay de eso, sustentado en las diferencias geográficas, esas que moldean las características antropológicas de cada sociedad. Desde esta perspectiva, todos somos especiales.
Sin embargo, nuestro gran problema sigue siendo la corrupción, factoraje de todo lo que nos indigna y llena de rabia, desde los Duarte, Gordillo, Borge, Yarrington, Padrés, Paso Exprés de Cuernavaca, permisiva cadena de impunidades que provocó miles de edificios dañados y colapsados.
El clímax es el edificio en la calle de Amsterdam 25 en la Condesa, abandonado por 29 años, dañado el 19 de septiembre del 85, la autoridad lo volvió ‘habitable’, y el otro 19 de septiembre, el del 2017, lo redujo a escombros.
Las constructoras ‘consiguen’ permisos, se brincan las normas, y posteriormente se libran de inspecciones, por el elemento corruptor. Las imágenes del colegio Rébsamen (en honor a Enrique Conrado Rébsamen Egloff, de padres extranjeros y nacido en Suiza, pero en el historial dice ‘educador mexicano’), tienen todo el elemento corruptor.
El martes en esta columna (http://ow.ly/jsId30fprLy) comenté las conclusiones de un perito que realizó una primera inspección ocular, me relató las criminales condiciones de construcción, y ante las acusaciones de padres de las víctimas, la delegada de Tlalpan Claudia Sheinbaum ahora trata de matizar responsabilidades y dar carpetazo, para no entorpecer su carrera a la Jefatura de Gobierno, hace lo mismo en la colonia Ciudad Jardín de Tlalpan y en el Tec de Monterrey Campus Ciudad de México, caso del que publiqué el martes el testimonio de una alumna brigadista, con datos que ameritan una revisión exhaustiva (http://ow.ly/JruE30fprVv).
Están los que ante el dolor, interpretan la cordura como una tregua de tolerancia y silencio de guardar, y los otros que exigimos que no se repita.
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