Hugo Páez
Consulto
con un funcionario de primera línea, inmerso en este conflicto de Michoacán en
el sexenio de Felipe Calderón. Asegura que la aparición de José Manuel Mireles
como uno de los actores principales es relativamente nueva, no figuraba con
fuerza en el escenario, aun cuando se percibe un arraigo de por vida.
El líder de
las autodefensas michoacanas transita en el umbral de la ilegalidad sin mayor
problema, las imágenes de su grupo armado y sus declaraciones es una muestra de
justicia por propia mano, una dimensión alterna al estado de derecho que parece
funcionar en el combate al crimen organizado en Tierra Caliente, tal como lo
hicieron los grupos paramilitares en Colombia en los 70´s contra la guerrilla y
los cárteles asociados.
El accidente
en la aeronave que se dirigía de Guadalajara a Tecalpatepec Michoacán
dimensionó la verdadera importancia de Mireles Valverde para el gobierno de
Michoacán y el federal, sin importar su tránsito por la ilegalidad pero
legitimado en las comunidades asediadas por el crimen organizado. Fausto
Vellejo, Jesús Reyna y las fuerzas federales lo toleran por su efectividad,
igual que Ángel Aguirre Rivero en Guerrero con las autodefensas.
Mireles es
general en su propio ejército, pieza bien cuidada por la Sedena, la Policía
Federal y los mejores servicios médicos. El hombre clave para mantener un
remedo de estado de derecho en la zona más conflictiva del estado, una meta hasta
el momento capaz de cumplir por la autoridad formal.
En
Colombia las fuerzas paramilitares construyeron la ruta corta, hicieron posible
legitimar las fuerzas del gobierno central en las comunidades más conflictivas,
facilitaron el trabajo, y poco a poco fueron aceptados hasta el desplazamiento
relativo de los civiles alzados contra la guerrilla y el narcotráfico. En los
90´s se sobredimensionaron hasta crear las Autodefensas Unidas de Colombia. El
objetivo fue permear la base social, sostén de los grupos criminales, para
desplazarlos por otros grupos civiles armados, “los buenos”, pues. Sin embargo
algunos de estos alcanzaron la fuerza necesaria para doblar al gobierno y poner
sus propias reglas.
Nada
extraño sería repetir parte de esa historia a partir de los consejos del general
colombiano Oscar Naranjo, ya que, aun cuando dejó de asesorar formalmente a
Enrique Peña Nieto antes de tomar posesión, ahora le sobra tiempo después de la
frustrada candidatura presidencial. Podría ser parte del gabinete de Juan
Manuel Santos, el presidente – candidato puntero, ubicado en las encuestas muy
por encima de Oscar Zuluaga Escobar, el delfín de Álvaro Uribe.
Resulta
extraño ver a un líder civil armado al frente de un grupo de defensa. Tan
extraño como resultaría toparse en Iztapalapa, Nezahualcoyotl o las zonas
conflictivas de Monterrey y Guadalajara
con filtros de vecinos ataviados con radios, fusiles de alto poder y
equipo de defensa.
Pero
esa anormalidad se volvió parte del paisaje en varios estados. Una normalidad
que contrasta con el México de las reformas, el de la esperanza de crecimiento
del 4% en este año y el 5% en el 2018, el de hombres enlistados en el “top” de
Forbes. Mientras tanto Fausto Vallejo pidió ayer que se despolitice el tema de
la seguridad en Michoacán y que se aplique la Ley de Armas y Explosivos. Pobres
michoacanos.
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