Hugo Páez
El ombudman
del Distrito Federal es una posición clave,
irrenunciable para la izquierda en busca de un aliado que justifique la
tolerancia del Jefe de Gobierno con los manifestantes violentos, anarquistas o
como se les llame. Tolerancia obligada por sus verdugos internos, observadores
de la menor represión que sume a la causa.
Ese papel y
otros cumplió Luis González Placencia hasta ayer 30 de septiembre al presentar
su renuncia para evitar la derrota inminente en el pleno de la Asamblea
Legislativa.
Ese papel es
que está en riesgo de repetirse con el Primer Visitador Mario Patrón Sánchez,
al que tratará de alargar su estancia la diputada perredista Dinorah Pizano,
Presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de la ALDF, apoyada en los
estatutos que permiten recibir cuanta propuesta quieran presentar las ONG´s y
después sumergirlas en un mar de debates. Mientras tanto, ese Primer Visitador
aplicará el criterio de González Plascencia, ese que lo enfrentó con ombudman
nacional Raúl Plascencia por llamar omiso a Miguel Mancera al no aplicar la ley
contra el vandalismo y la violencia de los manifestantes.
Sería terrible
continuar el sometimiento de la autonomía de una institución noble como la
CDHDF, a intereses del gobierno local, grupo político o líderes mesiánicos.
Vimos a Luis González Placencia al lado la infamia cometida por el ex ministro
Genaro Góngora Pimentel contra la madre de sus dos hijos discapacitados, aun
cuando el ombudsman (hasta ayer) critique a sus críticos, los que señalamos la
impunidad de Góngora, protegido por el halo de Andrés Manuel López Obrador
quien lo consideró como parte de su gabinete virtual en la campaña presidencial.
Pero estará en
la capacidad de lucha de Federico Döring, Edgar Borja, Tonatiuh González, en
resumen, en los 22 legisladores opositores, el evitar el mayoriteo del PRD, PT
y Movimiento Ciudadano y apretar a Dinorah Pizano para seleccionar el perfil
adecuado para el puesto de presidente de la Comisión de Derechos Humanos que
merece la capital de la república.
No es momento
de oídos sordos al reclamo de millones de
ciudadanos metidos en el infierno de las marchas, violentados cada vez
mas en una metrópoli que por naturaleza agrede la vida cotidiana.
Tampoco es
momento para negociar la ley ni el bienestar de los capitalinos. Hasta las
últimas horas de sus 4 años al frente de la CDHDF Luis González Placencia creyó
suya la reelección, cimentado en el mayoriteo de la izquierda a la que sirvió.
No fue así, la mala praxis lo derrumbó, y quedó en evidencia la urgencia de un
perfil de altura ética y profesional.
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