Hugo Páez
“No
temo por mi vida”, me dice el obispo de Apatzingán Miguel Patiño Velásquez.
No
define su insistente denuncia contra la brutal inseguridad en Michoacán como
una lucha, hace lo que tienen que hacer los líderes espirituales, los
sacerdotes, en sus comunidades.
Con
un tono de profunda tranquilidad reclama, con toda razón: “Me pregunto, porque
no estuvieron presentes los medios (de comunicación) después de que nos
asesinaron a cinco sacerdotes (en la diócesis)”, y señala, ahora hay mucha
cobertura por los acontecimientos del fin de semana, pero estos terribles
problemas del narcotráfico, la extorsión y muerte tienen años de estar
ominipresentes en el estado.
Lo
cuestiono sobre la participación de las fuerzas federales: la presencia del
Ejército, la Marina y la Policía Federal, responde “La sociedad quisiera mas de
ellos, pero en realidad no conocemos su estrategia… y algo sigue muy mal porque
continúan apareciendo muertos, cabezas, y las extorsiones”.
No
hace gran diferencia entre el sexenio anterior y este, asegura que cambiaron
los modos, las comunicaciones, algunas cosas siguen igual, otras han mejorado
un poco, pero otras han empeorado.
En
la plática cito el rechazo del Vaticano a los actos criminales y la condena
contra los narcotraficantes al ubicarlos fuera de la Iglesia. Patiño responde
que la Iglesia no hace a un lado a nadie, ni a los criminales, por el
contrario, hoy vamos a rezar por ellos en una procesión en varios templos que
terminará en la catedral de Apatzingán para que regrese la paz a nuestras
comunidades.
Monseñor
evoca el Evangelio, cita la parte que dice: busca a un padrino o una madrina en
cada sacerdote, ahora yo le digo a la comunidad que apadrine a un hermano que
esté en el crimen organizado, que rece para que se convierta en una persona de
bien.
Sin embargo
no existe duda alguna sobre las atribuciones, sobre el ámbito que corresponde a
los sacerdotes. Afirma que los gobiernos deben hacer el suyo, dotar de
seguridad a sus gobernados.
Del
presidente Enrique Peña Nieto afirma: “Está aprendiendo a ser gobernante,
esperemos que lo haga por el bien de su país”.
Antes
de la incursión de las autodefensas en Apatzingán y de los ataques a 18
instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad y la quema de cuatro
gasolineras, me referí a la valentía del Obispo Miguel Patiño por la detallada
denuncia del trasiego de droga, de la extorsión, los asesinatos y la colusión
de los tres niveles de gobierno que publicó en el sitio de la Conferencia del
Episcopado Mexicano el 15 de octubre.
Pero como
dice el obispo, ahora le dan mucha publicidad, después del terror del fin de
semana. En realidad sus reclamos datan de más de dos años, fueron gritos en la
soledad que nadie tomó en cuenta. Lloró a sus cinco sacerdotes asesinados y
tuvo que cerrar el Seminario de su diócesis.
El
narcoterror en Michoacán ha escalado niveles de insurgencia. Hay responsables
con nombres y apellidos en los tres niveles de gobierno. En resumen, la
sentencia preocupante de Patiño: aún no sabemos cual es la estrategia de este
gobierno.
(audio de la entrevista en http://www.youtube.com/watch?v=7bnE6PfJmIU&feature=youtube_gdata).
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