Hugo Páez
El jueves 26 de abril escribí en este espacio “Y Maderito huyó del barco”. El presidente del partido que formaba parte fundamental del cuarto de guerra de Josefina Vázquez Mota regresó formalmente un día después a su curul del Senado, sin dejar su puesto en el partido. Un movimiento inesperado que envió un pésimo mensaje del diagnóstico de la campaña.
En esos momentos no le importó a Madero, sin embargo, ayer se lamentó por el terrible resultado del PAN, y en esta ocasión también se resiste a dejar el control del partido. “No abandonaré el barco” respondió a los reporteros que cuestionaron su permanencia al frente de Acción Nacional.
La suerte de Josefina está construida de infinidad de deslealtades, rencores internos y odios viejos, como el que le profesaron sus compañeros de casa de campaña en la candidatura presidencial de Felipe Calderón Hinojosa.
La difusión de la grabación en la que se refiere a la vocera presidencial Alejandra Sota como “pinche Sota”, y al presunto espionaje de Genaro García Luna, rompió cualquier posibilidad de apoyos de los titulares de Comunicación Social de las dependencias federales.
La historia de sus desobediencias o no sometimientos, datan del rechazo a la petición presidencial para encabezar la candidatura del PAN a la gubernatura del Estado de México.
Jamás ocupó la candidatura oficial, ni al vencer en la elección interna al favorito de Calderón, Ernesto Cordero Arroyo.
No se entiende el abandono de Los Pinos sin la persistencia de la molestia presidencial. Josefina quiso repetir la historia rebelde del precandidato Calderón, pero los de ahora son otros tiempos, otros temperamentos, sumados a una brutal carga negativa acumulada en mas de cinco años de lucha contra el crimen organizado, que fue horrorizando cada vez mas a los ciudadanos.
Josefina convirtió la elección interna en un referéndum entre panistas a Felipe Calderón.
El 6 de febrero en La Teoría del Caos señalé que la interna fue un referendum donde: “El Ejecutivo fue derrotado por Josefina Vázquez Mota, ante la ausencia de voz de Calderón para reprobar a tiempo y con firmeza los apoyos federales, los de los gobiernos de los estados, y los del CEN del partido, a Ernesto Cordero”, agregué: “No se dobló la señora de la casa, al contrario, tomó oxígeno y amenazó de facto con una huelga de hambre, tal como lo hizo Luis Héctor Álvarez en defensa del voto libre… La madre de todas las batallas transcurrió sin percances; días antes fueron neutralizados funcionarios federales y estatales al exhibirlos ante la opinión pública, bajo la amenaza de llevarlos a tribunales”.
¿Quien podría perdonarle esta autonomía y rebeldía a Josefina..?
Calderón, no.
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