Hugo Páez
No había más que desmarcarse de Rosario Robles Berlanga.
El candidato del PRI José Meade Kuribreña, un perfil NO priista, buscado expreso por Enrique Peña Nieto para salvarlo de la lápida de corrupción que carga el partido en las encuestas de percepción, recibió ayer una mala noticia de Transparency International: México volvió a empeorar, para sumar 30 puntos en lo que va del sexenio.
Somos más corruptos que Honduras, Paraguay, República Dominicana y muchos más, estamos en el lugar 135 de 180 países, con calificación de 29 puntos en una escala de 100, donde cero es el peor evaluado.
La noticia mete en un dilema al candidato que ha sido tres veces Secretario del gabinete en este sexenio, por lo tanto, responsable de lo bueno y lo malo que se haya hecho del 2012 a la fecha.
A esta crisis se le suma un reporte de la Auditoría Superior de la Federación -en manos de Juan Manuel Portal hasta diciembre pasado- donde señala a la Sedesol y a la Sedatu por desvíos de más de 2 mil millones de pesos a empresas fantasmas en la gestión de Robles Berlanga.
El problema es que la radiación le llega a Meade Kuribreña, cuando menos por omisión al recibir la Sedesol en el 2016 y posteriormente la Secretaría de Hacienda de manos de Luis Videgaray Caso.
La presa de inmediato fue olfateada por senadores del Frente Por México, el PT y Morena. Los legisladores Salvador López Brito, Luis Sánchez y Zoé Robledo exigieron a la PGR de Alberto Elías Beltrán que se investigue al ex titular de Sedesol y Hacienda, igual que a Rosario.
Todo estaba preparado en el cuarto de guerra de Enrique Ochoa Reza para bombardear a Ricardo Anaya con insistente información sobre su patrimonio, pero involuntariamente el timing fue pésimo. Las acusaciones de enriquecimiento inexplicables, y ahora de lavado de dinero contra el candidato frentista, con testigos acordados, se quedó sin octanaje por las acusaciones contra Rosario, que, en una desesperada maniobra mediática, acudió a la PGR a victimizarse.
Esta vez una segunda parte del reporte de la ASF publicado por el periódico Reforma involucra a más dependencias como la CFE del entonces director Ochoa Reza, al ISSSTE, y más, por más de 6 mil 800 millones de pesos,
Así que la tesis: Si no levanta tu candidato, destruye y difama a sus adversarios, fue pólvora mojada... por esta vez.
La misma estrategia va contra Andrés Manuel López Obrador, pero cada vez más demuestra que NO necesita enemigos que lo golpeen, es autosuficiente en el tema, más ahora que exhibe de nuevo su faceta histórica de ‘peligro’ con proyectos locuaces como la amnistía a narcos, la convocatoria ecuménica para crear una Constitución Moral, y el nombramiento de desacreditados personajes que formarán el próximo Congreso como Napoleón Gómez Urrutia, heredero del liderazgo minero.
Las perturbadoras propuestas del candidato de Morena demuestran que el verdadero peligro para José Meade Kuribreña es Ricardo Anaya, quien cerró la precampaña muy afianzado en el segundo lugar de la contienda, con la ventaja suficiente para tomar una distancia preocupante para el candidato oficial.
La administración federal, como gran botín que pretende mantener a toda costa el PRI, destierra cualquier un juego de éticas, por lo tanto, la transición representa un gran peligro, tan sólo por el ajuste de cuentas en un país donde el hartazgo pide cambio, y en un grado más virulento exige la revancha social que representa López Obrador, pero este, en su incontrolable dispersión y mesianismo, termina por beneficiar a los candidatos de la alianza Por México al Frente y a Ricardo Anaya.
Meade está probando un mundo ubicado en las antípodas de la tecnocracia, donde no hay fórmulas como a las que está acostumbrado, y los magros algoritmos de sus asesores, y el choque entre ellos, es para volverse loco. Por eso tiene que repetirse a sí mismo, y en público, como lo hizo el martes en el auditorio del PRI Plutarco Elías Calles: “No hay Plan “B”, no hay Plan “B””.
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