Hugo Páez
El aparato NO es lo que era.
Los controles perdieron eficacia, ahora NO hay garantía de victoria, así sea de un presunto no priista como José Meade Kuribreña que tiene con los nervios de punta a su partido y al gobierno federal.
La preocupación está a flor de piel y aumentó efervescencia con la aparición en escena de Javier Corral Jurado como la ofensiva anticorrupción de Ricardo Anaya y de la alianza Por México al Frente. Un perfil capaz de aglutinar a la izquierda, al panismo, a intelectuales y figuras antisistema, como lo demostró en la contienda electoral en Chihuahua, y ayer en la conferencia de prensa en el hotel Geneve con el cobijo de Santiago Creel, José Guadalupe Acosta Naranjo, Agustín Basave, Ernesto Ruffo, Juan Carlos Romero Hicks, Jorge Castañeda, Jacqueline Peschard, Mariclaire Acosta, Alejandro Chanona, Clara Jusidman, mientras el letargo de Meade hace estragos en su partido.
No solamente Andrés Manuel López Obrador habla de Aurelio Nuño Mayer como posible emergente, también se especula sobre un desesperado Plan “B” con Ricardo Anaya Cortés -no lo creo- para evitar la llegada del candidato de Morena.
Si el aparato del Estado no logra un golpe mediático contundente de Meade Kuribreña en la precandidatura, donde dos de los tres punteros están en amplia desventaja sobre el candidato oficial, ni imaginarse una vez abiertas las puertas de la campaña.
Meade NO es púgil, poco puede hacer frente a figuras como Roberto Borge de Quintana Roo, como el veracruzano Javier Duarte de Ochoa, Eugenio Hernández y Tomás Yarrington de Tamaulipas, César Duarte Jáquez asediado por Javier Corral Jurado en un escándalo de corrupción que apenas inicia, Coahuila de los Moreira, y un larguísimo etcétera.
El PRI como marca lastre, obliga a Meade a negar la militancia y a la vez alabar un dudoso historial, con frases como “El país le debe mucho al PRI”, “Voté por el candidato del PRI Peña Nieto en el 2012 (siendo funcionarios de la administración panista Calderón)”, “Javier Duarte traicionó al PRI”, “Duarte NO define a los priistas”, el viacrucis del ex Secretario de Hacienda por los estados de la república es el del perdón por la corrupción, por el gasolinazo, por las metas incumplidas de las Reformas, por la inseguridad récord que rebasó la masacre de su antecesor, para colmo, ahora aliado Felipe Calderón Hinojosa y los senadores calderonistas Ernesto Cordero, Roberto Gil Zuarth, Javier Lozano, Salvador Vega y Jorge Lavalle. Vaya, ni siquiera Luisa María “Cocoa” Calderón y Mariana Gómez del Campo, hermana y prima política del ex presidente, se prestaron a tan indignas maniobras.
Sin temor a equivocarme, Corral Jurado será uno de los grandes apoyos de Anaya. Probó músculo contra Felipe Calderón, todavía ataviado con la banda presidencial, lo enfrentó con una carta demoledora, sobrevivió a los embates de César Duarte, y se impuso en la contienda interna del PAN en Chihuahua, contra todos los pronósticos para vencer de calle al aparato multimillonario del gobernador priista que salió de la administración estatal con un banco en la bolsa.
Ahora cuenta con un gran arsenal anticorrupción por la triangulación de recursos de Hacienda a las campañas del PRI en el 2015, con el ex secretario general adjunto del CEN Alejandro Gutiérrez y el ex titular del ramo en Chihuahua Jaime Herrera en la cárcel, y a los Enriques, Peña Nieto y Ochoa Reza en el ring.
Los antecedente son suficiente para probar la corteza de Corral, ayer no dudó en acusar a José Antonio González Anaya de utilizar a la Secretaria de Hacienda con propósitos políticos, al presionarlo con recursos destinados al estado, a cambio de bajar la guardia en la investigación a la red de corrupción de Duarte Jáquez y funcionarios del CEN del PRI, una acusación que amerita la intervención del Congreso.
El escándalo apenas inicia y dificilmente van a parar a Javier Corral, un perfil que veremos en el 2024, en otros horizontes.
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