Hugo Páez
No le falta
razón a la Coca Cola al afirmar que el impuesto a las bebidas “endulzadas”
tiene carga discriminatoria. Los estrategas de la Reforma Hacendaria justifican
el gravamen con argumentos muy parecidos al chantaje sanitario, al factor de
obesidad y otras enfermedades, sin embargo, un análisis serio difícilmente los
ubicaría en el primer lugar de productos dañinos dentro de las circunstancias
de la pobreza media y extrema. Esa que no tiene opción, que no puede escoger
entre agua de frutas naturales, Evian o Bonafont, y su plan B es el Kool Aid
con azucar, lo mismo.
Pero tal parece
que en el ejercicio de obtener otros ingresos por renunciar al aumento del IVA
o a su extensión a alimentos y medicinas, el gobierno federal recurrió a la
pseudocultura de la salud de “gim” y encontraron a las “bebidas endulzadas”
como la maldad encarnada en calorías que ponen a trabajar a las gordas y gordos
en las caminadoras, escaladoras y elípticas del Sport City y el Smart Fitness.
Lo siento por
los millones de albañiles, mecánicos, jornaleros, trabajadores de limpieza,
secretarias, choferes, burócratas, y una larga lista de etcéteras que no tienen
opciones, no solo como fuente de calorías -explicación que echaron abajo
directivos de la Coca Cola- sino la única manera práctica de ingerir líquidos
potables en lugares de trabajo ¿o me van a decir que que el agua del
grifo de las redes urbanas, con filtraciones reales del drenaje sanitario en un
buen número de ciudades, tiene el mismo o mayor nivel de potabilidad que los
refrescos..? Un ejemplo, cualquiera que se haya hospedado en un hotel que
recibe extranjeros en México, se topa con una advertencia que dice “El agua de
la llave no es para beber, no es potable”.
Lo peor de
este rollo mal planteado en la Reforma Hacendaria es que si en verdad el gravar
con impuestos a las bebidas azucaradas fuera parte de un gran programa de salud,
estaría respaldado con mecanismos que impactara de inmediato a las clases
populares, tan inmediato como será el aumento de los refrescos de un 10%, 15% o
20%, una vez que se promulgue la reforma.
Pero no,
imagino que en la mesa de trabajo de la Iniciativa, simplemente se les ocurrió
que la satanización de los refrescos era la plataforma ideal para cargarle un
impuesto al consumo, la mas cómoda de las recaudaciones.
Es
comprensible, de alguna parte habrá que sacar recursos para un plan social
ambicioso como el Seguro de Desempleo y la Pensión Universal, el álgebra
financiera exige una estricta disciplina y estimados de ingresos muy apegados a
la realidad, yerros en este sentido resultan fatales para todos, pero de eso, a
explicar que vamos a pagar mas por los refrescos porque son “muy malos” para la
salud, y, en consecuencia, costosos para el estado, habla de un paternalismo
que nos supone débiles mentales.
Necesitamos un
impuesto ¡los refrescos, punto..! lo otro, el chantaje sanitario, debe ser una “genialidad”
de alguien que se siente la última Coca Cola del desierto.
Blog: http://hugorenepaez.blogspot.com/
twiiter: @hugopaez correo: hugopaez@prodigy.net.mx
www.hugopaez.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario