Hugo Páez
Gustavo Madero juega a ser su propio
vocero desde que le dejó el cargo Raúl Reynoso Nuño, dos meses atrás, el 24 de
febrero.
Posiblemente el presidente del PAN trate
de probar que un partido puede manejarse sin ese timonel, o que su profesión
original, Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el ITESO, le permita la
doble chamba.
Sin embargo está en un punto crítico
donde moverse para un lado o para otro está mal, o peor. En ese umbral lo metió
Enrique Peña Nieto con la negativa a proceder contra la Secretaria de
Desarrollo Social Rosario Robles, que desde otra perspectiva puede ser el
pretexto esperado para radicalizar su posición frente al gobierno federal, y así
tranquilizar a sus compañeros de partido que no cesan en gritarle “peñista”.
Pero Gustavo no tuvo otra opción.
La denuncia que presentó contra Robles y el gobernador de
Veracruz Javier Duarte por utilizar recursos del estado con fines electorales,
acompañado de Ernesto Cordero, Luis Alberto Villarreal y Miguel Ángel Núñez está
relativamente bien documentada, como lo haría un ciudadano y no un ministerio
público, por supuesto.
Sin embargo, no esperó la reacción
pública de Peña Nieto. Su compañero de Pacto lo deja en ridículo y también
presa de la militancia panista que lo quiere fuera del partido. Y esos son la
mayoría.
Poco puede hacer.
Sus bancadas legislativas lo ven con ojos de: “Te lo
dijimos”, aun cuando senadores y diputados del PAN comulguen con las reformas
aprobadas y por aprobarse, entre ellas la de Telecomunicaciones. Esos
legisladores no olvidan la soberbia de Madero al pactar con Cesar Camacho y
Jesús Zambrano sin tomarlos en cuenta. Ahora está solo aunque tome el
estandarte contra Peña y plante a parte del gabinete en la presentación de la iniciativa
de Reformas Financieras.
Madero dejó inconclusa la complicada
primera Asamblea Nacional del PAN del sexenio al provocar la falta de cuorum,
la cual tendrá que concluirla en Agosto, pero mucho antes de esa fecha
convocará a la Comisión Política de Acción Nacional para definir la posición
que tomarán con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Mas temprano que tarde le pasó la
suerte de los colaboracionistas: lo dejaron colgado de la brocha. Peña valoró
mas a Rosario Robles que los servicios de Gustavo Madero. Ahora si convoca a
sus militantes distinguido para tomar decisiones, a esos que en otro momento
ignoró.
Mientras tanto, trata de mostrar que es
un buen comunicólogo, por si se le ofrece al próximo Presidente del PAN.
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