Debilitar
a Peña Nieto, la estrategia
Hugo Páez
La lista crece: Guerrero, Michoacán,
Oaxaca la UNAM, rechazo a Rosario Robles, los daños colaterales al Pacto y las
torpes maniobras del impresentable Javier Duarte.
Seguramente ningún gobierno quiere caer
en provocaciones, pero hay límites para mantener la pasividad de las
autoridades, mientras los maestros de Guerrero y Michoacán rebasan la línea,
los primeros llegaron a destrozar las sedes estatales del PAN, Movimiento Ciudadano,
PRD y PRI, este último con fuego.
El escenario premodero: un puñado de
encapuchados de Rectoría mantienen paralizado el trabajo administrativo de la
UNAM, vandalizan el edificio patrimonio de la UNESCO y envian un mensaje
inequívoco: esta es la forma de doblegar a la autoridad.
¿Cuál será el punto de ebullición de
Ángel Aguirre Rivero..? Es un misterio que se puede dimensionar en proporción
al miedo a incendiar el movimiento magisterial que tuvo sus capítulos de
derrota frente a Manuel Modragón, pero en el ámbito de la autoridad local se ve
totalmente victorioso.
Al CETEG le importa un cacahuate si su
movimiento pierde adeptos, también les vale madre el cumplimiento de la mayoría
de sus peticiones infladas para encarecer su posición. Si dan un paso atrás por
dinero, tendrán oxígeno para regresar cuando se les pegue la gana. Es el éxito
de estas estrategias.
Pero atrás hay quienes abrevan de este manantial.
Llama la atención los esfuerzos de Martí Batres y Ricardo Monreal en redes
sociales para construir una justificación razonada de los eventos de
Chilpancingo, Morelia, Oaxaca y Ciudad Universitaria.
Hablan de que la autoridad debe atender
los reclamos sociales en lugar de reprimirlos. Ventajosamente no definen
reclamo social, ni exponen una diferencia del momento en que una protesta muta
en un hecho delictivo.
Hacer apología de los maestros sin
nombrar los destrozos a edificios, el caos en vías de comunicación o el ataque
de los encapuchados del 1D (1 de diciembre del 2012) a empleados del CCH y
la repetición en rectoría es una estrategia dialéctica que justifica, al estilo
de las represiones de Hugo Chávez con la oposición venezolana, secundada por
Nicolás Maduro contra los seguidores de Henrique Capriles, todo lo que pueda
favorecerles o esté en contra de sus adversarios.
Debilitar a Enrique Peña Nieto es el
nombre de la estrategia.
De ser necesario incorporan cualquier tipo de inconformidad
o reclamo, aun cuando el grado de violencia haga imposible un argumento
razonado. Para eso está el rollo y los viejos clichés de la desigualdad social,
la imposición del Fondo Monetario Internacional, la globalización, la venta del
país, el sometimiento al capital transnacional y cientos de tabúes
globalifóbicos.
¿Qué es todo eso..? De esos muchos, muy
pocos lo saben. Es una cofradía de fieles, incapaces de cuestionar el evangelio
del líder. Los manda a utilizar Penicilina sin comprender su funcionamiento, a
preparar cocteles Molotov, como en el 1 de diciembre, tan solo con la fe del
resultado y el fin de la causa.
Frente al grueso de la población, los
activos son mucho menos que un decimal, pero con eso es suficiente, lo prueba el
precario par docenas de activistas que mantienen en jaque al Rector José Narro
Robles, y además le ponen agenda.
Son muchos frentes abiertos. Habrá en
el gabinete quien los subdimensione, es la tendencia de comunicación frente al
crimen organizado que ventiló el subsecretario de Prevención de Segob, Roberto
Campa Cifrián. En un principio funcionó, cuando menos para bajar la percepción.
Pero estos no son descabezados o masacrados anónimos, es una estrategia
política que se apropió de la agenda de medios. Y este es un indicador para
actuar a la brevedad, por encima del temor de los gobernadores y del Rector de
la UNAM.
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