Hugo Páez
Hoy inicia el día mas largo para la clase trabajadora. Todos los instrumentos están afinados para iniciar en el Congreso la opereta que apruebe la Reforma Laboral, aun cuando el día se alargue, 24, 48, 72 o 96 horas, hasta el domingo pues.
Mejor imposible para Enrique Peña Nieto. La iniciativa proviene del presidente panista al que en última instancia se le cargarán los negativos que provocase la reforma en las clases populares. Ayer Manlio Fabio Beltrones le puso el veneno adecuado a la frase cuando sentenció que su partido le quitó “Los fundamentalismos panistas a los que se debe Felipe Calderón”.
Pero pasaron 42 largos años para el primer intento serio de modernización. Confirma la Ley Federal del Trabajo el planteamiento de los teóricos de ciencias políticas que versa sobre la escasa productividad de las instituciones democráticas, como los Parlamentos y Congresos.
Casi medio siglo después, la ley laboral podría ser modificada para retomar el paso de la competitividad laboral, según el Fondo Monetario Internacional, esos que detuvo el PRI por temores a revivir protestas obreras que aterrorizan en periodos electorales.
Conocedor de la maquinaria parlamentaria, Beltrones apretó tuercas y botones en el tablero de mando para obligar ayer a la Comisión a aprobarla en lo general. Antes de iniciar el sexenio, demuestra a Enrique Peña Nieto que confiarle el mando de la coordinación parlamentaria del PRI fue la mejor elección. Los tiempos son ideales para capotear los temporales provocados por la reforma: la principal oposición se concentra en la izquierda que vive el desánimo del resultado electoral del 2 de julio; Marcelo Ebrard prepara su salida preocupado por afianzar una plataforma que le permita permanecer en el microclima político, mas allá de la endeble encomienda que se compró en la ONU, a base de atender en su gestión en la Ciudad de México, a organizaciones que agrupan alcaldes de la aldea global.
Y el que puede lucrar con el estandarte laborista, Andrés Manuel López Obrador, se despegó momentáneamente del PRD para construir su propio partido, apresurado por los tiempos del IFE que solo permiten este tipo de procesos en el año siguiente a la elección federal.
Con el tema laboral avanzado, Enrique Peña tiene todos los planetas económicos alineados –falta el de la terrible seguridad pública-, para lograr el despegue del país. Lo ve Felipe Calderón en el horizonte, desde la orilla de su gobierno: están las condiciones dadas para la prosperidad de México. No le tocó, pero hay que decirlo, tiene el mérito de dejar una reserva brutalmente buena, además del descubrimiento de yacimientos petroleros muy prometedores, que si no rendirán frutos a corto plazo, alentarán desde ahora la confianza de la inversión extranjera en un país con finanzas sanas.
Resulta extraño que esta iniciativa preferente beneficie, por donde se le vea, al presidente entrante. Provinente de un partido que sistemáticamente le negó la aprobación a lo largo del sexenio, por obvias consecuencias. Sobre todo resulta extraño que en la etapa de reflexión y reconstrucción del PAN, Felipe Calderón arriesgue que su partido asuma los negativos resultantes, aun cuando la filosofía de Acción Nacional estén en la misma rama evolutiva que la Reforma Laboral. Y por favor no me salgan con la mmda del demócrata progresista.
El cálculo de Felipe Calderón no es el de sembrarle una bomba a Peña, no, la agenda ya estaba pactada, el equipo de transición designó un espació y a uno de sus generales mas capacitados en este tipo de trabucos parlamentarios: Alfonso Navarrete Prida, para eliminar los obstáculos. Se trata nada mas que de una negociación de salida que le garantice seguridad en todos los sentidos a Felipe Calderón. Adelantar el trabajo sucio para ganarse el blindaje. Al tiempo…
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