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martes, 8 de noviembre de 2011

Guatemalas noticias para los derechos humanos, no tanto para México

Hugo Páez

Si nos preguntamos en que beneficia o perjudica a México el triunfo de Otto Pérez Molina en la elección presidencial de Guatemala, la respuesta es ambigua, si acaso una ligera ventaja a favor de nuestro país en materia de seguridad, sin embargo, el general egresado de la Escuela de las Américas con experiencia en organismos de inteligencia fue acusado seriamente de violaciones a los derechos humanos en la guerra civil, además de ser partidario de instaurar la pena de muerte.
Un tipo duro sobre el que Estados Unidos tiene dudas a pesar de haber capturado a Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” en 1993, por la misma causa el gobierno mexicano tendrá que estar muy alerta, en momentos podría ser un aliado en la lucha contra el crimen organizado y podría aportar beneficios colaterales en el complejo tema migratorio que afecta terriblemente a los dos países.
Guatemala está lleno de Zetas, hay evidencias de que el cartel de Sinaloa lo toma como refugio intermitente y tiene una larga tradición castrense en la que se concretaron proyectos de adiestramiento extremo como la escuela militar Kaibil en la que fueron entrenados militares mexicanos algunos de los cuales no permanecieron en la “línea del deber”.
Guardando las proporciones, los problemas de la relación geográfica de México con Guatemala presenta similitudes con la frontera norte, sin embargo nuestros grandes problemas distan mucho de dejar espacio para atender esa zona limítrofe, además de que las deterioradas instituciones guatemaltecas y su casi nulo sistema de impartición de justicia incrementan la problemática exponencialmente, nada ajeno a la injusticia social propia de los estados del sur de México que provocaron levantamientos indígenas como el Ejército Zapatista en Chiapas.
La gran porosidad de la frontera sur funciona como vasos comunicantes de la delincuencia entre los dos países, a pesar de su escasa población de 15 millones de habitantes, menor a la de la Ciudad de México, y para colmo de males, la frágil democracia guatemalteca oxigenada a partir del 2000 después de décadas de gobiernos militares, no ha podido consolidar sus instituciones.
Tan solo en el 2004 el gobierno de Oscar Berger Perdomo fue criticado por la gran ineficiencia contra las bandas del crimen organizado, la proliferación de las pandillas “maras” y la tolerancia con el narcotráfico, consolidado desde el gobierno de su antecesor Alfonso Portillo.
En el 2008 Álvaro Colom asume la presidencia y dejará en el 2012 un país con grandes problemas de corrupción, instituciones débiles y un sistema de justicia inexistente que en los últimos años es refugio y centro de operaciones de carteles mexicanos. El futuro no es muy alentador abajo del río Suchiate, pero pudo ser peor si Otto Pérez Molina hubiese perdido frente a Manuel Baldizón, un hiperventilado populista cuya meta idílica es llevar a la Selección Nacional de Futbol guatemalteca a la copa mundial ¡Hágame usted favor..!

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