Gracias PRI: López Obrador
Hugo Páez
Andrés Manuel López Obrador tiene un objetivo inmediato: convencer a Enrique Peña Nieto, al Gobierno Federal y a ciertos elementos del PRI, que NO les pasará nada si gana la presidencia de la República.
Según la encuesta de Reforma, los números le aseguran el triunfo, según lo que me dijo Roy Campos: “Todavía hay tiempo, cualquiera puede ganar”, me imagino que se refiere a López Obrador, Ricardo Anaya Cortés y José Meade Kuribreña, ya que Jaime Rodríguez Calderón se encuentra en un sótano demasiado alejado con 3% o 4%.
Remata el director de Consulta Mitofsky con la frase: “Las encuestas sirven para muchas cosas, menos para pronosticar al ganador”.
Pero la influencia de Reforma en la opinión pública es innegable e impacta en el volátil ánimo electoral, lo sabe Andrés Manuel, prueba de ello es que en el 2016 invalidó los resultados adversos: “Los mandan a que nos golpeen (a Reforma)”, publicó en su cuenta de twitter, pero ahora presume el punto de NO retorno, “el triunfo inobjetable”.
Dos derrotas presidenciales, en el 2006 y el 2012, hacen que la alianza Juntos Haremos Historia no se confíe, por eso el líder de Morena pide en la plaza pública: “NO bajar la guardia, redoblemos esfuerzos”, y apunta al poder del Estado, como el único capaz de darle vuelta “a la mala”.
En palabras de Ricardo Monreal Ávila -coordinador de zona- en un artículo llamado “La insólita reunión del 17” (http://ow.ly/RIWE30kgo0k) sentencia: “La elección será ganada de manera inobjetable por el candidato de Morena-PT-PES. Sólo un golpe de Estado provocaría que no fuera así, con indecibles consecuencias para el país”.
La tesis donde Monreal relata un presunto encuentro en Los Pinos con Enrique Peña Nieto, Alejandro Ramírez del Grupo Cinépolis y Claudio X. González del Consejo Mexicano de Negocios, junto a una decena de empresarios, afirma que trataron de convencer al presidente sobre la necesidad de apoyar a Ricardo Anaya Cortés mediante la declinación de José Meade Kuribreña, con el objetivo de unir esfuerzos contra López Obrador.
“NO lo lograron” dice Monreal, en una especie de crónica que desvela ciertos acercamientos con el Ejecutivo y el PRI en la víspera de lo inevitable: el triunfo presidencial de Morena.
La tesis del acercamiento tiene elementos sólidos, como la defensa arrajatabla de destacados morenista a favor de Manlio Fabio Beltrones Rivera en el caso de la detención de Alejandro Gutiérrez, ex secretario general adjunto del PRI acusado por el gobierno de Chihuahua de Javier Corral Jurado de desviar 250 millones de pesos a campañas del partido.
Esta defensa en medios de comunicación fue operada por Yeidckol Polevnsky, Monreal y la ex ministro Olga Sánchez Cordero, próxima Secretaria de Gobernación según AMLO. En las últimas horas, la presidenta de Morena calificó a Gutiérrez Gutiérrez como “preso político” de Corral y alabó “la importante labor del procurador priista Raúl Cervantes”.
Otro dato es la renuncia de Canek Vázquez al PRI y su adherencia a Morena en busca de una posición legislativa. No se puede entender la historia de Canek sin Manlio Fabio Beltrones, su mentor, amigo y padrino político que lo encumbró en el liderazgo de las juventudes priistas, a su lado siempre.
A 31 días de la elección, los números de Reforma consolidan en el pizarrón el dos por uno de López Obrador (52%) frente a su rival más cercano Ricardo Anaya Cortés (26%) y desahucia a José Meade Kuribreña con un 19% con información contundente que explica el colapso del candidato oficial a partir de la percepción ciudadana reflejada en la encuesta.
Esta percepción desaprueba en un 77% la gestión de Enrique Peña Nieto, un 64% dice que empeoró su situación económica en el último año y un 82% asegura que la seguridad pública empeoró en este mismo periodo. Brutales los números que explican la parálisis de Meade en el tercer lugar, con una maquinaria propagandística monumental que niega la realidad del odio antisistema, sólo explicable con el autoelogio patológico.
Aunque recuerdo las frases de Roy Campos: “Las encuestas sirven para muchas cosas, menos para pronosticar al ganador”, “Todavía hay tiempo, cualquiera puede ganar”.
Andrés Manuel repasa todo lo que salió mal en sus dos anteriores incursiones presidenciales y se topa con el Poder Judicial, como un fantasma que lo persigue desde caso del desacato a un amparo de los dueños del predio El Encino, que casi le cuesta la candidatura a través de un juicio político que en el último momento desactivó el presidente Vicente Fox Quezada, y que le costó el sacrificio y exilio al procurador Rafael Macedo de la Concha.
El Tribunal Electoral de la Federación de Janine Otálora y la Suprema Corte de Justicia de la Nación de Luis María Aguilar son sus acérrimos enemigos, en los últimos días desacreditó a la Corte con el linchamiento populistas en la plaza pública tergiversando el objetivo y la naturaleza judicial con arengas: “¿Saben ustedes de algo que hayan hecho los de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en beneficio del pueblo de México? Nada”.
Andrés Manuel necesita convencer al Ejecutivo y a su Gabinete de que NO les pasará nada si gana la presidencia, lo ha insinuado cuidadosamente en público, midiendo la reacción. Necesita someter al Poder Judicial ante un eventual conflicto poselectoral en el escenario de una elección cerrada, y para eso necesita al presidente Peña Nieto, en pocas palabras, NO puede darse el lujo de los cabos sueltos y los errores del 2006 y el 2012.
La simulación está a la vista, es necesaria para sus propósitos, pero una vez sentado en la silla presidencial...
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