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lunes, 12 de marzo de 2018

   
Meade, víctima de odios calderonistas contra Anaya
   
Hugo Páez
 
Es evidente que José Antonio Meade Kuribreña protagoniza una guerra que jamás imaginó, con un intercambio de golpes con Ricardo Anaya Cortés que no hacen más que beneficiar a Andrés Manuel López Obrador.
No le queda lo pendenciero al candidato del PRI-PVEM-Panal. Se le ve la impostura de estilo, alejada del ánimo que despertó al ser destapado con la imagen de figura limpia, apartidista, concentrada en la continuidad de proyectos, y no en guerras pírricas.
Ahora Meade es otro, contaminado por los odios del grupo calderonista que lo rodea, contra Ricardo Anaya Cortés. Les gana la revancha sobre la estrategia, basta ver los tuits de Javier Lozano Alarcón, obsesionado por destruir al candidato de la alianza Por México al Frente, para entender que el candidato del PRI es portador de sus venganzas, y de la de Felipe Calderón, de Ernesto Cordero y de Roberto Gil Zuarth en el autoexilio político.
Pero los resultados siguen siendo muy costosos, y todavía faltan las encuestas serias que midan el contragolpe por el error de la difusión del video de PGR de Alberto Elías Beltrán.
Ya pasaron varias semanas del fatídico cierre de precampaña y Meade se transformó de ajedrecista, en un púgil cansado, pero aún le faltan los debates donde los momios dan a Ricardo Anaya la corona sobre sus dos adversarios.
¿Qué pasará con el rechazo de López Obrador a debatir en medios antes de las campañas..?
¿Meade lo hará sólo con Anaya..? de ser así, va al matadero, aún cuando el panista acepte la inclusión de Margarita Zavala. No veo a la candidata independiente en un intercambio donde le saquen los trapos sucios de Paty Flores Elizondo, la ex Jefa de la Oficina de Calderón. protagonista de un penoso ‘affaire’.
Y si Meade NO acepta debatir con Anaya, sin Andrés Manuel, será una graciosa huida, más que apasionada demostración de la madera que dicen que trae.
Los calderonistas convencieron a Enrique Ochoa Reza, a Luis Videgaray, y a Meade, de formar un grupo de asalto que presuntamente sometería al ex presidente del PAN. Ese que los inmovilizó, que los dejó sin espacio político, y orilló a Margarita Zavala a salir del partido como enemiga, por la puerta trasera.
Pero en la línea de tiempo de los odios calderonistas, la estrategia resultó un desastre para el candidato del PRI. Logró solamente golpear un par de puntos a Anaya y encumbró al candidato de Morena, que todavía se atreve al sarcasmo del perdón para los funcionarios federales de Enrique Peña Nieto, como zanahoria frente a la averiada carreta del PRI que se mantiene en tercer lugar.
Peor aún, Lozano y Ochoa Reza lograron poner a Enrique peña Nieto en el blanco del Frente, con la escandalosa declaración de “meterlo a la cárcel”, y dieron la oportunidad a López Obrador de ser el aparente salvador del presidente y de su gabinete, a quienes sacrificará desde Palacio Nacional una vez que tome posesión, para legitimarse con su clientela que NO va a renunciar a los reclamos de revancha social.
En este escenario de lodos por acusaciones de Estafas Maestras y lavado de dinero, sin pruebas que concreten la acción de la justicia, pasaron casi desapercibidas dos ‘perlas’ de Andrés Manuel: la propuesta de un nuevo Constituyente para una Constitución Moral, estilo Nicolás Maduro en Venezuela, y la amnistía a funcionarios corruptos, y al crimen organizado.
La amenaza de soltar al tigre como amago de revuelta social, corre la misma suerte de ser subvaluada por el triste papel que juega Meade como vengador del calderonismo.
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