¿Imposible una ‘gran alianza de fuerzas democráticas’ contra López Obrador..?
Hugo Páez
La gran ventaja de Andrés Manuel López Obrador, en este momento de campaña, es la casi imposible “gran alianza de las fuerzas democráticas para enfrentarlo”, que según Mario Vargas Llosa es la única opción para derrotarlo.
Pero las identificadas como fuerzas democráticas, las alianzas PAN-PRD-MC y PRD-PVEM-PANAL están brutalmente enfrentadas, ya que la rabia de Javier Lozano Alarcón y Enrique Ochoa Reza lograron inyectar la dosis letal de odio en el equipo de José Meade Kuribreña, con el propósito de desatar la furia del Estado contra Ricardo Anaya Cortés.
Pero no han logrado, ni subir al candidato del PRI al segundo lugar, en enconos absurdos que reeditan la definición más acertada de “odio”: tomarse el veneno en espera de que el otro se muera.
El martes, Diego Fernández de Cevallos reveló a René Delgado de Reforma que un mes y medio atrás, Lozano Alarcón “daba la vida por la candidatura a la gubernatura de Puebla por el PAN, ahora ametralla al partido porque NO lo logró”.
La tesis de Vargas Llosa tendría que librar muchos obstáculos para acercar a la administración de Enrique Peña Nieto que se encuentra en un lejano tercer lugar, a bala tendida con el segundo lugar de las encuestas, Ricardo Anaya, quien promete meterlo a la cárcel junto con todo aquel funcionario que de motivos.
En ese razonamiento aparece Andrés Manuel en un primer lugar con el historial nada confiable de cambio de posiciones y pareceres, demostrado en el manoseo de la Reforma Energética, que un día dice continuar, otro día la echa para atrás, y otro le mete mano con la parcialidad que se le antoje, así es López Obrador, la libertad de girar 180 grados cuando se tiene el monopolio de la certeza moral.
Ese primer lugar que con muestras de comportamiento inestable ‘garantiza’ amnistía, perdón y renuncia a la venganza, y mantiene en las antípodas al PRI del PAN. La Energética es sólo un ejemplo de la cena de negros protagonizada por Alfonso Romo, Paco Ignacio Taibo y Yeidckol Polevnsky con el líder de Manuel.
En esa disyuntiva se encuentran Pepe Meade, Peña Nieto, Luis Videgaray, Aurelio Nuño, y el resto del primer círculo, frente a dos rivales: uno que le apunta con una pistola jurídica, y otro que le hace ‘una oferta que no podrá rechazar’. De terror.
A lo lejos se ve Margarita Zavala, cercana a Meade, con la esperanza de rebasarlo en poco tiempo, y le de una posición negociadora a Felipe Calderón Hinojosa. Un escenario confuso, de ruido para ensordecer un poco al PAN, y ahora con señalamientos de fraude electoral en las firmas de candidatos independientes como requisito del INE para estar en la boleta. Ese fraude que autoinmola su campaña de valores.
Andrés Manuel se burla, ofrece pactar, avienta el salvavidas de impunidad a su adversario más poderoso y temeroso, y alarma en todos lados. Sobre todo al sector empresarial representado por Juan Pablo Castañón del Consejo Coordinador Empresarial, que ve en la dispersión y volatilidad del candidato el peligro de las políticas populistas, y en voz del Nobel de Literatura, Vargas Llosa: el suicidio de los mexicanos si lo favorecen con su voto.
Con esta visión geopolítica de las grandes regresiones muy presentes en algunos gobiernos latinoamericanos, para el escritor peruano, la única posibilidad -ya que la ley electoral mexicana no contempla dobles vueltas- es “una gran alianza de las fuerzas democráticas” para hacerle frente al candidato de Morena.
Difícil, cuando vendas a tu enemigo frente al paredón y no logras matarlo. Ese enemigo se levanta herido pero le pides ayuda, reforzado con grupos de la sociedad civil e importantes líderes sociales aprtidistas, te regresa la metralla, aún así vas por más fusileros torpes como el procurador Alberto Elías Beltrán y Alberto Bazbaz del CISEN, pero ese al que quieres aniquilar te golpean con tus propias armas, y así la historia vivida por Ricardo Anaya con el gobierno federal, en un sinfín de violencia electoral que provoca náuseas y una gran incertidumbre, hasta lograr el hartazgo que todo México estamos viviendo.
Tal vez eso alentó el “¡Ya basta..!” de Juan Pablo Castañón del CCE el martes frente al presidente Peña Nieto, con representantes de los partidos y la clase empresarial.
¿López Obrador es inevitable..?
Lo cierto es que veo casi imposible una ‘gran alianza de fuerzas democráticas’ para contrarrestarlo, como dice Mario Vargas Llosa, aunque a los imposibles en política suelen quitarle las primeras dos letras.
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