Hugo Páez
El retorno del precandidato Luis Videgaray Caso se construye en una posición privilegiada, equivalente al Jefe del Departamento de Estado de USA por su jetatura hacendaria y cercanía con Enrique Peña Nieto.
Un movimiento esperado que mueve el tablero sucesorio en medio de una crisis inédita, con saqueos y pánico mediático que hacen suponer siembra de miedo para frenar protestas sociales.
Videgaray no carga con el gasolinazo, pero es evidente que después del error mediático en la invitación a Donald Trump para visitar Los Pinos y el aumento a los combustibles, el escrutinio público y reacción de la sociedad civil a las decisiones de gobierno, es el más valioso aprendizaje para no repetir la faena.
Poco a poco ese escrutinio irá afinando sensibilidades, de tal forma que veremos en un futuro próximo reacciones de reclamo y protesta a temas de menor impacto.
Así se construyó la efectividad de las tecnologías de la información en redes sociales, como un impulso contra el olvido y desidia popular, a esa que apuestan los gobiernos para imponer acciones dudosas y controvertidas.
En poco tiempo veremos el reprobo social, en el ámbito de gobierno a que corresponda, a las designaciones de amigos en la administración pública, simplemente por estar ‘hermanados’ o en complicidad con el príncipe en turno.
Pero el criterio popular no es infalible.
De acuerdo a los datos, las más de las veces es falible, irreflexivo y frívolo, de acuerdo al profesor Robert Hernández de la Universidad de California, aunque el tiempo es un mecanismo que lo moldea y reencauza, a partir de opiniones especializadas.
Una vergonzosa prueba de histeria popular fueron los XV años de Rubí en San Luis Potosí, desatando inclusive la pequeñez y estupidez de gobernantes como el propio gobernador de la entidad Juan Manuel Carreras y el impresentable alcalde de San Blas Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva “Layin”.
El problema es que esas aberraciones ganan elecciones en esa misma sociedad civil que ahora se levanta y boicotea lo que puede por el aumento al precio de la gasolina, inclusive el delincuencial saqueo a tiendas departamentales que NO tiene justificación alguna.
Pero el gobierno y sus actores están ahora bajo una aguda lupa y un instrumento de difusión en redes sociales que verá avances espectaculares en los próximos años que cambiarán el concepto de medios de comunicación, más allá de portales, correos, twitter, facebooks y mensajería.
Y en este maremagnum de apariencia caótica, la credibilidad personal, objetividad y la capacidad de análisis de opinadores y comunicadores jugará un papel fundamental.
El anonimato perderá fuerza y la ingenuidad será desplazada. De hecho los usuarios de tecnologías de la información como teléfonos móviles, computadoras y televisiones reaccionan actualmente con mayor madurez a la información, que la que fluía tres años atrás.
No hay fórmulas para atenuar una decisión frontal como el aumento significativo a los combustibles, la molestia social es comprensible inclusive para Enrique Peña Nieto, pero el grado de incertidumbre y pánico provocado puede rebasar cualquier cálculo, los próximos días serán de tensión y miedo. Ahí es necesaria la pericia que el gobierno federal no ha demostrado.
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