Hugo Páez
Los mil argumentos que tendrán PAN, PRD y Morena contra la capacidad de reorganización de la robusta estructura del PRI, construída como un sólido bloque, bajo el timón de Enrique Peña Nieto, es la demostración de lo que no han podido lograr Ricardo Anaya Cortés y Alejandra Barrales Magdaleno.
Para eliminar cualquier duda, la extensa topografía del gabinete federal y el partido se fundieron el domingo en una sóla fuerza, en una curia formada por 731 consejeros, con un solo propósito: ganar el Estado de México en el 2017 como aduana ineludible para la contienda presidencial del 2018, mientras tanto, el Tlatoani calmó los ánimos presidencialistas, así que, los proyectos personales quedarán en el powerpoint hasta el próximo 4 de junio.
De no alcanzar en el 2017 los esfuerzos por mostrarse con la moral priista renovada, arrepentidos de tolerar a los entes sórdidos, algunos llamados ‘nueva generación’, ni poder de impulsar una nueva era anticorrupción y contra la impunidad, el PRI tendrá que diseñar un plan de emergencia a partir del resultado electoral.
Pero la subcultura del PRI se impuso, y contra los pronósticos de un recibimiento frío a Peña Nieto, por la peor calificación de la historia a un presidente evaluado, el primer priista vivió el domingo uno de sus mejores momentos en la entrada al auditorio Plutarco Elías Calles.
Con esa cohesión van todos por el mismo objetivo, primero en buscar la continuidad del gobierno de Eruviel Ávila Villegas para garantizar el NO escrutinio de su administración, ni de la anterior de Peña Nieto, sin desangrarse entre aspirantes presidenciales, a diferencia de los escenarios épicos de Acción Nacional y el Sol Azteca que día a día reviven el vuelo de puñales contra Julio César ese 15 de marzo del año 44 a. c. en el Teatro de Pompeyo, sede del senado romano.
Pero en las antípodas de esa unidad construída para mantener el poder, el PAN vive la eclosión con duros enfrentamientos entre los grupos de Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle y el calderonismo organizado para retomar el partido, y el PRD no puede detener la guerra de tribus y gobernadores agrupados para detener la intentona de Miguel Mancera Espinosa por dictar el futuro del partido, sin ser militante.
Con mucha anticipación, el PRI mexiquense y elementos clave del gabinete de Eruviel, mueven piezas para desarticular la posible alianza PAN - PRD y lograron sintonizar, para tales propósitos, a los titulares de los comités distritales opositores: Víctor Hugo Sondón de Acción Nacional y Omar Ortega Álvarez del Sol Azteca, con argumentos ‘democráticos’ que no se traga ni el más ingenuo.
Todos los generales tricolores fueron convocados a esta guerra, dejaron sus posiciones burocráticas en las secretarías de Gobernación, Sedesol, Hacienda, Cancillería, Educación, Trabajo, SCT, Sagarpa, Sedatu para unirse a los coordinadores parlamentarios Emilio Gamboa y César Camacho, así el domingo se escuchó el ‘Sí protesto’ de Claudia Ruiz Massieu, Luis Videgaray, Miguel Osorio Chong, Luis Miranda, José Calzada, Aurelio Nuño, Francisco Guzmán, Ildefonso Guajardo, Guillermo Ruiz de Teresa, y la presencia testimonial de José Antonio Meade, entre una multitud congregada para utilizar todas las armas electoralmente legales, situación muy cuestionada en el Estado de México, frente al también cuestionado Lorenzo Córdova Vianello, timón del Instituto Nacional Electoral.
Esos mil argumentos que tendrán PAN y PRD para cuestionar la unidad del partido que mantuvo el poder durante 70 años, ahora puede ser el elemento invaluable, ausente en la estructura de sus opositores, para garantizarle continuidad.
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