Hugo Páez
Las palabras de Monte Alejandro Rubido son reveladoras: el derribo de un helicóptero de las fuerzas federales, de gran blindaje, es la escalada de la delincuencia organizada a otra dimensión, a alta escala.
¿Que hace la diferencia entre un estado de la república invadido y violentado por el crimen organizado, y otro en relativa calma..?
Indudablemente la corrupción y complicidad de las autoridades estatales y municipales, gobernadores y alcaldes, en ese orden. Es el factor primordial que permite el crecimiento de los cárteles, bajo esas condiciones de impunidad no habrá esfuerzo suficiente de la federación.
No se puede explicar la gran descomposición de Michoacán sin los Godoy, Julio César Godoy Toscano, el hermano del ex gobernador Leonel Godoy, prófugo por nexos con los Caballeros Templarios; sin el ex gobernador interino Jesús Reyna García y Rodrigo Vallejo “El Gerber”, hijo del ex gobernador Fausto Vallejo, captado en video en franca negociación y acuerdos con Servando Gómez “La Tuta”. Ni la tragedia de Tamaulipas sin Tomás Yarrington Ruvalcaba, prófugo por nexos con el Cártel del Golfo.
Sin embargo en todos los estados existen asentamientos de las fuerzas federales, zonas militares, comandancias de Sedena y Semar y divisiones de la Policía Federal, como el 27 Batallón de Infantería del Ejército dentro de la zona urbana de Iguala, donde ocurrió el asesinato de normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 más el 26 de septiembre.
Corrupción es la palabra, complicidad la consecuencia, en los paraísos de gobernadores intocables, sólo en casos extremos, donde los cadáveres revientan el closet, uno de ellos a punto de colapsar a Aristóteles Sandoval en Jalisco, la lógica electoral del gobierno federal dicta una especial tolerancia hasta las elecciones del 7 de junio.
No hay forma de convencer al público de la inocencia del gobernador priista Aristóteles Sandoval, de su marginalidad de los recursos corruptores del cartel más rico de México: Jalisco Nueva Generación, clasificado por el gobierno de Estados Unidos.
Nuevo León, en especial Monterrey y la zona conurbada lo sufrieron, ahora el gobernador Rodrigo Medina, su hermano y su padre Humberto Medina Ainslie son cuestionados por información de Estados Unidos sobre propiedades y fraccionamientos en Texas, y en su estado gobernado.
Guadalajara vive el terror, Culiacán Sinaloa una calma controlada, Matamoros y Reynosa un estado de psicosis, son ciudades con grandes asentamientos que en la lógica de la extensión, la Ciudad de México rompe la norma, habrá que reconocerle a Miguel Mancera Espinosa y Marcelo Ebrard Casaubón, mientras el resto de la nación se debatía en la guerra de Felipe Calderón Hinojosa entre el 2007 y el 2011, el DF era ejemplo de tranquilidad, no lo hago exento, ni hablo de la inexistencia del crimen organizado, pero ni de lejos existen narcobloqueos, derribamiento de helicópteros o quema sistemática de gasolineras.
La evidencia es clara, los gobernadores son los primeros responsables y/o cómplices de lo que pasa en sus estados.
Recuerdo en la reunión de la CONAGO el 25 de febrero en Durango, en vísperas de concretar las reformas del Sistema Nacional Anticorrupción que trata de homologar a los tres órdenes de gobierno, los gobernadores se acercaron a Enrique Peña Nieto para formularle un reclamo y echar abajo algunas obligaciones claves de transparencia a que serían sujetos los jefes de las entidades y sus administraciones. No trascendió la respuesta ni su posición, espero que no haya cedido.
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