Hugo Páez
En la cultura donde la fascinación es escucharnos a nosotros mismos, la victimización es el mejor antídoto contra el aprendizaje.
No se trata de futbol, no obstante Brasil 2014 es una oportunidad para mostrarnos en radiografía. El ADN del deporte nos delata en otras materias como economía, ciencia, educación, tecnología y humanismo; somos víctimas de nuestra incapacidad para ver nuestros propios errores, en esa disciplina estamos dispersos y reaccionamos hiperventilados en autodefensa.
Que importa si en el partido contra Holanda fue fue penalti o no, hubo suficiente tiempo para salir victoriosos, no fue así, y libramos la culpa en un tercero. En esa dinámica llevamos las últimas décadas, otras posiciones geográficas nos consideran afortunados, nosotros simplemente nos consideramos felices, y eso eso excelente, pero eso de victimizarnos en especial en el partido que nos echó fuera del mundial, parece sospechosamente dirigido a nivel corporativo y gubernamental.
Dedicamos demasiado tiempo a lamentarnos de las circunstancias, no vamos directo a moldearlas, a hacer lo que tenemos que hacer, así vemos al aparato corporativo dueño de la Selección Nacional que no asumirá la responsabilidad del fracaso. Sin embargo el “No fue penal” es muy conveniente para simpatizar con la causa de todos.
Es evidente que después del 2000 los mexicanos nos trazamos metas mucho más atrevidas, el cursi “Si se puede” en realidad rompió un tabú al bajar al PRI de la presidencia de la república, y otro al regresarlo en el 2012 por no ser tan malo, o la oposición igual de mala que él. El hecho es que probamos que en esto estamos embarcados los 112 millones de mexicanos y no van a venir a salvarnos. Tenemos que ser nosotros, convertir nuestros malos maestros en buenos, nuestros malos policías en buenos, no los vamos a echar del país, si hay que navegar a brazadas, tendremos que hacerlo.
La zaga en el 2000 fue más allá del triunfo histórico del avance democrático. Lo hecho y deshecho por Vicente Fox y Felipe Calderón es materia de otro tema, el milenio inició con la sensación de que la asertividad da resultados, que el “Ya Basta” y la exigencia fue efectivo, no suprimido. El autoritarismo perdió fuerza, se fue diluyendo, la sociedad civil y la voz individual arrancaron con más decibeles, pero… y esto aterra, el compromiso individual creció, la autoexigencia aumentó, y no hay espacios para victimizarse, por eso extraña la creciente simpatía por el nuevo pretexto “No era penal”, plasmado en camisetas; en la canción de una adolescente propagada en internet insultando a los holandeses, que sin proponérselo sembró el bacilo en un caldo de cultivo. El slogan quedó plasmado hasta en boletas electorales en los comicios de Nayarit.
No hablo de futbol, habló del colectivo como sociedad y en lo individual. Bajo esta perspectiva cobra mayor sentido asumir que “Si era penal” y vamos por lo que sigue.
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