Hugo Páez
Tiene
razón Marcelo Ebrard cuando dice: “¿Alguien conoce alguna reforma que haya sido
frenada con #Cercos y #TomasDeTribuna..?”, el mensaje fue en su cuenta de
twiiter a sus compañeros de izquierda.
Las
escenas de ayer recuerdan la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa,
diputados apilando curules para evitar el ingreso al recinto de San Lázaro, muestras
de violencia mas pirotécnica que real, para terminar en un espectáculo sin
sentido, como dice Marcelo.
Semanas
atrás, en la sala de la Junta de Coordinación Política del Senado Jorge Luis
Preciado me dijo: “No le tenemos miedo a la palabra privatización”, el
coordinado del PAN se refería a la próxima tormenta por la Reforma Energética.
Nunca llegó a eso, solo vientos que levantaron polvo.
La
condición de Preciado para votar a favor era el acercamiento de la iniciativa
de Enrique Peña Nieto a la de Gustavo Madero, en ese momento pensé que sería la
mínima distancia, solo lo necesario para convencerlos, tal vez la reedición de
dos o tres puntos que le dieran a las bancadas de Acción Nacional sabor de
triunfo, sin alterar realmente los alcances de la presentación presidencial del
lunes 12 de agosto, donde se propusieron cambios constitucionales solo de los
artículos 27 y 28.
Esa
mañana de lunes los asesores presidenciales comprometieron la redacción de la
propuesta a la palabra del expropiador Lázaro Cárdenas. Una ocurrencia mediática
que en proporción exhibe el temor de Los Pinos a la reacción de la izquierda
activa y los grupos radicales que la gravitan.
Esa
estrategia de propaganda -por cierto falta de la brillantez Goebeliana- iba con
especial dedicatoria a Andrés Manuel López Obrador y la inevitable protesta
centrada en la “privatización del petróleo”. El compromiso de Peña fue: "El
país se quedará con la renta petrolera, es decir, todo el beneficio que se
obtenga de la producción de petróleo y gas, después de que se pague en efectivo
a las empresas pos sus costos de operación y de capital, acorde con las reglas
predeterminadas y transparentes".
Pero
lo aprobado en el Senado abre la posibilidad a la iniciativa privada para todo
tipo de contratos, se habían limitado a los contratos de utilidad, producción
compartida o de licencia, sin embargo, el texto modificado suscribe que deberán
ser estas modalidades “entre otras”, por lo tanto se convirtió en un gigante ojo
de aguja por el que transitará camellos completos de la IP nacional e
internacional sin problema alguno.
Es un verdadero paquete navideño. Las
empresas mineras que tengan concesiones vigentes podrán explorar y extraer gas
asociado a los yacimientos de carbón, ya que se elimina esa restricción del
artículo 8º transitorio, además se retiran los subsidios a la gasolina y la
luz, así como el párrafo segundo del artículo 7º transitorio, que obligaba a
México a sujetar su sector energético a los tratados internacionales.
Falta el trámite de San Lázaro, al
parecer no habrá problema alguno, después de la última pincelada a la reforma
mas trascendente del México moderno hablaremos de los incalculables alcances de
lo que se está haciendo.
En una arca tan grande habrá que implementar mecanismos de transparencia
y vigilancia de todos los legisladores cabilderos que desde el Senado y
diputados ven asegurado su futuro y el de sus intereses representados, aun
cuando juren que es por México y por honrar la filosofía de sus partidos. Esta
prisa no es gratis, ya lo veremos.
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