Hugo Páez
Si
no fuera por la gran molestia que provocan las intrigas de José Meade Kuribeña
en el PAN y la coordinación paramentaria del Senado, los acuerdos con Ernesto
Cordero Arroyo y Felipe Calderón Hinojosa con el Secretario de Relaciones
Exteriores quedarían como una burda trama de complicidades.
Pero
es de adolescencia política esa actitud que mantiene paralizados los
nombramientos de cerca de 15 posiciones diplomáticas que deben ser ratificadas
en el Senado de la República. Y aun cuando el PRI pudiese conseguir
mayoritearlas con otros partidos, los intentos del Secretario de Relaciones
Exteriores por darle a Cordero el lugar de coordinador parlamentario del PAN,
que no le corresponde, en realidad es una brutal ofensa para el CEN de Acción
Nacional y sus coordinaciones legislativas.
Así,
por ejemplo, vemos que el nombramiento de Fernando Castro Trenti en la embajada
de México en Argentina, de Roberta Lajous en España, de Diego Antonio Gómez
Pickering en el Reino Unido, entre una decena mas, se mantiene en la
congeladora. El PAN no puede permitir la maniobra del ex Secretario de Hacienda
ahora desde Relaciones Exteriores; el también ex Secretario de Hacienda como cabeza
de un subgrupo compacto en la bancada del PAN en el Senado; y el ex presidente
de la república Felipe Calderón Hinojosa, en franca operación para apoderarse
de la directiva del partido.
Si
el evento no tuviera mayor trascendencia podría pasar por un capricho más de
José Meade Kuribeña, como el que sufrió Juan José Suárez Coppel en la Dirección
General de PEMEX. Durante un año el entonces titular de Hacienda no le tomó la
llamada, Suárez Coopel se vio obligado a tomar decisiones en solitario, a pesar
del gran peso que ejerce la Secretaría sobre la paraestatal.
Pero
no solo están en juego un puñado de nombramientos de la Misión Diplomática de
México, sino la relación del gobierno federal y el PRI con el PAN en las
reformas pendientes. Gustavo Madero y la bancada de Jorge Luis Preciado no
pueden interpretar otra cosa, la maniobra de José Meade Kuribeña va con la
bendición de Los Pinos como una estrategia rebuscada de señales encontradas, a
menos que se trate de un pacto de amigos entre Felipe Calderón Hinojosa, José
Meade Kuribeña y Ernesto Cordero Arroyo, por el control de Acción Nacional.
Difícil
de creer la primera tesis si Enrique Peña Nieto comprometió el calendario de
este año para concretar las reformas. Restan menos de dos meses para sacar adelante
la Político – Electoral y la Energética, los tiempos del presidente son los
tiempos de Madero, el panista tendrá que dejar el año sin pendientes para
renunciar a la presidencia del partido y entrar de lleno a la reelección en una
campaña que inicia la segunda quincena de enero. Con Cecilia Romero al frente
de Acción Nacional, Cesar Camacho, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa
Patrón se enfrentarían a otro estilo, a otro juego de intereses, y todavía
faltaría ver si Jorge Luis Preciado y Luis Alberto Villarreal logran la misma
simbiosis que con Madero.
Los
problemas se acumulan en el gobierno federal a una velocidad mayor que las
soluciones. El tema de José Meade con Ernesto Cordero y Felipe Calderón pudo
gestarse como una trama de viejas complicidades, pero se salió de control y
ahora es un conflicto innecesario para Enrique Peña Nieto.
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