Hugo Páez
No va a pasar
de una nota diplomática, pero más allá de lo que intuimos desde siempre de
Estados Unidos, y otros países con tecnología de punta, el espionaje a Felipe
Calderón Hinojosa en funciones de Presidente de la República no solo es un
agravio al país, como dijo ayer en su cuenta de twitter, es una traición a la
confianza desbordada que permitió la incursión de todo tipo de agencia y
departamento gringo que tuviera que ver con seguridad, terrorismo, crimen
organizado y en especial el narcotráfico.
Fueron muchas
historias de mandos medios que relataban la participación de agentes
norteamericanos armados, en operativos contra los cárteles en Morelos,
Tamaulipas, Sinaloa, Jalisco, nuevo León y no se diga los estados fronterizos.
Así que seguramente lo que mas duele a
Calderón es la ausencia de alguna disculpa de Barak Obama, el mandatario que el
30 de marzo del 2009, en los momentos de euforia por la incursión del Ejercito,
la Marina y la Policía Federal, contra las bandas criminales, lo comparó con el
legendario agente que capturó a Al Capone.
Obama declaró al programa Face The Nation de la cadena CBS: "Está
encarándolos, de la misma manera que Eliot Ness enfrentó a Al Capone durante la
época de la Prohibición, con frecuencia eso causa más violencia, y estamos
viendo que eso está aflorando", en esa entrevista consideró que es
esencial mantener consultas continuas con el Gobierno de México para abordar el
problema del crimen organizado en la frontera común.
El vergonzoso capítulo que reveló el
diario alemán Der Spiegel en realidad no aporta nada nuevo, pero escala un
nivel no probado hasta el fin de semana pasado, ya que otros datos de espionaje
contra Enrique Peña Nieto ocurrieron antes de tomar protesta como presidente. Aun
así es motivo de profunda desconfianza, sobre todo por el ánimo de la respuesta
indiferente del Departamento de Estado de EU, que, en lenguaje llano se traduce
como “no sean llorones, esto lo hacemos y lo seguiremos haciendo”.
Felipe Calderón exige a su ex
Secretario de Hacienda José Meade Kuribeña, ahora titular de Relaciones
Exteriores, que pida una explicación a Estados Unidos. Es una posición formal y
correcta que amerita una respuesta también formal y correcta, ya veremos. Pero
fuera de lo anecdótico, eso que parece una bravuconada del país mas poderoso
del mundo lo mete en un serio problema global, las agencias y departamentos
norteamericanos dedicados a la seguridad en todos los niveles encontrarán nuevos
obstáculos y una atmósfera mucho menos amable en este tipo de cooperaciones
bilaterales que requiere de voluntades de terceros países para operar con
eficacia.
En México la tienen o la tenían. Calderón, Genaro García Luna, el
general Guillermo Galván Galván, el almirante Francisco Sainez, el ex
procurador Eduardo Medina Mora y Maricela Morales, se hicieron de la vista
gorda a pesar de la evidente ingerencia, violatoria de la soberanía nacional. Extendieron
la mano amiga por todos lados.
Ahora será otro historia, cuando menos el Senado de la República debe
estar muy atento de que Enrique Peña Nieto y su gabinete no caigan en la
ligereza de Felipe Calderón, ese que ahora patalea por twitter pero no es capaz
de dejar el cobijo del gobierno que lo espió y le da protección en Harvard.
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