Hugo Páez
De nuevo la
Secretaría de Relaciones Exteriores propuso al Senado una remesa diplomática en
donde no aparece el embajador de México en Venezuela.
En los funerales de Hugo Chávez en
Caracas el 8 de marzo el presidente mexicano confirmó, sin darlo a conocer, que
ya había un nombre para ocupar la embajada. Han pasado mas de cuatro meses y no
se sabe si en la Secretaría de José Meade Kuribeña deslizaron un nombre al
mandatario para salir del paso, ya que la representación diplomática ha estado
sin titular desde la renuncia de Carlos Pujalte Piñeiro a principios del 2012.
Pero el
gobierno de Peña Nieto no parece ponderar la importancia de Venezuela en la
estabilidad de la región y los efectos expansivos a toda la zona. La crisis
interna es brutal y amenaza con mantener su fuerza en los países del Alba a
golpe de hacer diplomacia petrolera.
Acá no parecen
importar los destrozos en las empresas mexicanas en la República Bolivariana
que provocaron las decisiones de Hugo Chávez, continuadas por Nicolás Maduro, y
tampoco la consolidación como trampolín del tráfico de cocaína, que tantas
muertes ha provocado en México en la lucha contra el crimen organizado.
Pero tal vez
la brutalidad mayor se empieza a gestar en la persecución a todo aquello que
desvele la verdad atrás del populismo, y la maquinaria que sistemáticamente aplasta
a cualquiera que el estado de Maduro considera una amenaza, llámense
periodistas, medios de comunicación, inconformes, o simples ciudadanos
ejerciendo su libertad de expresión.
A diferencia de la visión pequeña
del gobierno mexicano, el Washington Post dedicó su editorial al periodista
venezolano Nelson Bocaranda -en algunos momentos me compartió información
importante-. El editorial utiliza en parte la famosa frase del monólogo del
coronel Nathan, interpretado por Jack Nicholson, en “A few good men”,
“Venezuela can´t handle the truth”. (Venezuela no puede manejar la verdad) Por
eso quienes ocupan el ejecutivo necesitan a Bocaranda fuera de circulación,
disminuido, dedicado a chismes sin trascendencia, eso de ocuparse de la muerte
del presidente que nos vendieron como sano y terminó muriendo, ni de vaina (“ni
de locos”, diríamos en México).
El comentario al editorial del periódico
norteamericano en la columna “Runrunes” del El Universal de Venezuela señala:
El caso de Richard Mardo, es el del dirigente político que molesta donde no
tiene que molestar. Hijo de inmigrantes árabes, un ciudadano de clase media
dedicado a la cuidad donde nació y donde ha vivido siempre, Maracay. Mardo fue
electo y ayudó a que la oposición ganara las dos diputaciones nacionales por su
distrito. Es casi seguro que será alcalde de Maracay, peculiar ciudad
venezolana de mucha población militar, que Maduro quiere transformar en zona
militar. Contra Mardo y Bocaranda hay una persecución feroz, como lo demuestra
el reporte de Relatores Especiales de la ONU.
El reporte encabezado por Maina
Kiai, Relator Especial sobre el derecho a la libertad de reunión y asociación
pacíficas, Frank La Rue, Relator Especial sobre la promoción y protección del
derecho a la libertad de opinión y expresión y Juan Méndez, Relator Especial
sobre la cuestión de la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes escribieron: Human
Rights Watch ha seguido atentamente la situación en el país (Venezuela) desde
las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013. Nos preocupa
profundamente que las autoridades venezolanas estén utilizando investigaciones
penales como una herramienta política para acusar a opositores, sin la debida
justificación, de haber participado en delitos, y que a la vez no
investiguen adecuadamente denuncias creíbles que se han formulado sobre graves
violaciones de derechos humanos (http://www.hrw.org/es/news/2013/07/11/carta-naciones-unidas-sobre-violencia-poselectoral-en-venezuela).
Me
comenta una excelente y combativa amiga de Venezuela, cuyo hermano es un
comediante muy conocido, Claudio Nazoa, que una de sus historias mas populares,
pero a la vez triste, es la anécdota del viaje de Nicolás Maduro a Portugal, al
bajar del avión lo recibió el Primer Ministro Pedro Cohelo, Maduro se desbarató
en elogios por los libros que había escrito, de los cuales leyó todos –le
dijo-. Los venezolanos fueron el hazmerreír de toda Europa porque Nicolás
Maduro lo confundió con el escritor Pablo Cohelo.
Como
los mexicanos, los venezolanos encontramos en el humor una terapia infalible
ante la adversidad, pero, que te puedo decir mi querida Claudia, aquí tenemos
lo nuestro con Vicente Fox, aunque, hay que reconocerlo, totalmente despojados,
él, sus predecesores y sucesores, de cualquier vocación autoritaria y tiránica.
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