Hugo Páez
Para Felipe Calderón fue mas importante
la cortesía con el Dalai Lama que exportar carne de puerco a China.
A unas horas de la visita del
presidente Xi Jinping nos enteramos por el embajador en México de la delgada
piel asiática, capaz de poner el grito en el cielo por la recepción del líder
religioso en Los Pinos, pero no de interrumpir el viaje a causa de la tragedia
de al menos 112 personas en una granja de Mishazi, provincia de Jilin.
Por menos que eso cualquier mandatario
mexicano cancelaría la gira y regresaría al país.
Lo vimos con Eruviel Ávila en la tragedia de San Pedro
Xalostoc donde murieron 24 personas. El gobernador mexiquense canceló su visita
con el Papa Francisco y tan pronto aterrizó en Europa, retornó.
Podría hablarse de que en México
sobreestimamos la corrección política, sin embargo, la exageración contra
Calderón, y la revelación del boicot a la exportación de carne porcina por el
embajador Zeng Gang, parece una imprudencia, cuando el Senado, cuyo presidente
Ernesto Cordero Arroyo es uno de los hombres mas cercanos a Felipe Calderón, lo
recibirá en el recinto legislativo.
¿Imprudencia o soberbia..? La
diferencia de dimensiones entre los países lo dicta. En el excelente libro
“China” de Henry Kissinger registra que una serie de comentaristas, entre los
que se cuentan algunos chinos, revisaron el ejemplo de la rivalidad anglo
alemana del siglo XX como augurio de lo que puede esperarles a Estados Unidos y
China en el siglo XXI.
El análisis habla de comparaciones estratégicas. A nivel
superficial, China es como lo fue la Alemania Imperial, un poder continental
que resurge; Estados Unidos es, como lo fue Gran Bretaña, un poder naval con
profundos vínculos políticos y económicos con el continente.
Concluye el análisis que recopila
Kissinger que tanto Estados Unidos como China tienen excesiva envergadura para
dominar a la otra, por consiguiente, ninguna puede definir las condiciones de
la victoria en alguna guerra, o algún especie de conflicto de guerra fría
(hasta aquí Kissinger).
Sin embargo, la conquista comercial de China no da tregua.
En medio de la tragedia de la granja de Mishasi, Xi Jinping recibía en Costa
Rica las llaves de la ciudad capital, en una gira por el continente americano
en la que se trata de ocultar la violación a los derechos humanos fundamentales
en China, la persecución religiosa que no solamente se manifiesta en el
conflicto del Tibet con el Dalai Lama, sino en un silencio ensordecedor por la
persecución a la comunidad católica y de otras religiones, en donde millones
tienen que vivir en la clandestinidad, encarcelamiento de sacerdotes, y
desapariciones forzadas por la profesión de libertad religiosa.
La historia de la adversidad es la historia de China. Sus
dimensiones formulan una complejidad impensable en otras naciones, y han salido
adelante, pero… ¿es suficiente para imponer condiciones que implican una moral
fragmentada y la tolerancia a la violación de los derechos humanos básicos, a
cambio de alianzas comerciales..?
En eso tenía razón Felipe Calderón, el Dalai Lama vale mas
que la carne de puerco.
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