Hugo Páez
En
número y proporción, el Distrito Federal no es ni la sombra de Monterrey,
Ciudad Juárez o Torreón, en los peores tiempos del crimen organizado. Sin
embargo debe preocupar a la izquierda que su bastión, la Meca de su movimiento,
amenace con entrar en caída libre después de una votación histórica de Miguel
Mancera con el 63.5 de la votación, en parte, gracias a Mercelo Ebrard
Casaubón.
Es
cierto que hubo peores tiempos, pero también es el momento en que la maquinaria
del PRI, y los territorios ganados por el PAN avancen en la capital de la
república.
Los
secuestros en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y Vicente Fox
provocaron la protesta civil mas grande de la historia, pero en ese tiempo
competía con la mayoría de los estados. Ahora los ebrardistas podrán decir que
Mancera retrocede lo que avanzó en seguridad el ungido como el mejor alcalde
del mundo, al que una revista de Nueva York nombró como el “Mister Big”
mexicano, en alusión al galán de la serie Sex in the City.
En las
últimas semanas la capital acumula problemas, de tal suerte que hasta las
contingencias ambientales, de las cuales nos habíamos olvidado –una de ellas
rompió record en los 10 años-, y la actividad del Popocatepetl, parecen estar
contra Mancera.
El ruido que
hace el DF como otras grandes capitales del mundo atraen los medios de comunicación. Las notas
fuertes de Paris, Roma o Londres son noticia mundial. 12 levantados en
Monterrey o Ciudad Juárez no pasarían de los medios nacionales, pero en el Distrito
Federal, rebasa fronteras y será bandera de la oposición hasta que aparezcan.
Es el juego político que molesta a contraflujo, por eso la desesperada
declaración de Mancera “Hablen bien de la Ciudad de México, de lo malo nos
encargamos nosotros de resolverlo”. ¿Quién lo aconseja..?
El levantón
del bar Heaven After, la exótica jauría de perros asesinos en el Cerro de la
Estrella de Iztapalapa, y las fantásticas apariciones de tiros al aire que asesinaron
a un niño en un cine de en la misma delegación, no son suficientes para
diagnosticar un estado de emergencia, menos una enfermedad terminal como la que
dejó desolado Ciudad Juárez o redujo un 70% la matricula de nuevo ingreso en el
Tec de Monterrey, en el campus del alma mater, pero si enciende focos rojos
entre los aspirantes a Jefes Delegacionales y diputados locales de los partidos
de izquierda por el calendario electoral que está a la vuelta de dos años, en
el 2015. ¿Será tiempo suficiente para Miguel Mancera? Se preguntan.
Gradualmente,
Marcelo Ebrard tomó distancia del método y resultados en el combate al crimen
organizado que desató Felipe Calderón a lo largo del sexenio. Sea o no la
inseguridad del DF una realidad maquillada, la percepción ciudadana de relativa
paz en la Ciudad de México distaba mucho de los infiernos en puntos destacados
del territorio nacional, y eso, desde cualquier perspectiva, fue un caso de
éxito para Marcelo. El resultado está en la votación historia del 2012, y en la
derrota, también histórica, de Isabel Miranda de Wallace y Beatriz Paredes
Rangel.
Parece una
eternidad el 2018, no para los aspirantes, no para Andrés Manuel y Marcelo.
Menos para Miguel Mancera.
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