Hugo Páez
“En
los últimos cinco años, el gobierno mexicano asume el tema migratorio como un
problema de política interna. Es el mismo enfoque que prevalece en Estados
Unidos, alejado del proceso bilateral entre los dos países, con un mercado
laboral y un flujo cercano al millón de cruces diarios en la frontera norte”, es
la reflexión de Tonatiuh Gillén López, presidente del Colegio de la Frontera
Norte, la institución mas autorizada en la materia.
El
martes hablé con el doctor Guillén, minutos después de que el gobierno de
Estados Unidos confirmó la intención de construir otro muro fronterizo de 1,120 kilómetros . El objetivo
es contener la migración de sur a norte, como parte de la visión integral de
los grupos radicales que discuten la Reforma Migratoria en el Congreso
norteamericano.
Como
era de esperarse, la noticia provocó el desgarre de vestiduras en analistas, y
políticos mexicanos, disgustados por la reacción tibia de la Secretaría de
Relaciones Exteriores a cargo de José Antonio Meade Kuribeña.
Frente al
patrioterismo mediático, la opinión profesional de Guillén explica la reacción
de México en términos estratégicos: fue una respuesta de oportuna cautela,
moderada y necesaria para no reventar la Reforma Migratoria en proceso en Estados
Unidos. De esa forma se evita cualquier pretexto de grupos radicales, sin
embargo, enfatiza que México no está muy interesado en el tema migratorio
(entrevista completa en http://www.youtube.com/watch?v=7CJYiMTFEjk).
Inevitablemente
vienen a la mente los nombramientos de funcionarios en puntos estratégicos, con
poca o nula experiencia en el tema: la Subsecretaria de Población Migración y
Asuntos Religiosos, Mercedes del Carmen Guillén Vicente, el Comisionado del
Instituto Nacional de Migración, Ardelio Vargas, y la presidenta de la Comisión
de Migración del Senado, la velocista Ana Gabriela Guevara.
Afirma
el presidente del Colef: “México fue muy medido, prudente, moderado, no
arriesga mas allá de la lectura intervencionista para Estados Unidos… Un
reclamo fuerte no tendría mayores implicaciones, en la coyuntura actual de la
política de EU es claro que el gobierno de Peña Nieto no quiere hacer ruido”, y
agrega “Un mensaje duro no va a evitar la “absurda barda”, ni los sistemas de
vigilancia, un mensaje duro lo han dado muchas naciones frente a Estados Unidos
y no pasa nada, porque sigue siendo un poder imperial”.
El
doctor en Sociología me comenta que Estados Unidos está sumergido en la
ideología de la amenaza desde hace una década. La Reacción: fortaleció defensas
y fronteras, radicalizó su visión de la migración y militarizó los aparatos de
aduana y migración. Estos son los momentos de coyuntura difícil, compleja,
matizada por el rubro de seguridad.
Le
pregunto a Tonatiuh Guillén si estas acciones unilaterales del gobierno de
Obama son respuesta a la distancia que tomó Enrique Peña Nieto en el tema de la
cooperación bilateral de seguridad en el combate al crimen organizado, en
relación con la administración de Felipe Calderón.
Guillén
responde que son dos casos distintos, que no hay relación entre las acciones
migratorias y las de seguridad: “Estados Unidos no está igual de contento con
Peña Nieto que con Felipe Calderón, en el tema de cooperación de la lucha
contra el crimen organizado. México hizo ajustes, tomó distancia con el
gobierno de Barack Obama en esta relación bilateral, pero nada tiene que ver la
construcción del muro”.
La
construcción del muro podría incrementar las muertes y elevará costos y riesgos
para las personas que traten de cruzarlo, y seguramente quien logre pasar del
otro lado tendrá sanciones mayores, pueden ser considerados como delincuentes,
asegura Guillén “Vamos a tener una barda que no le pedirá nada a la de Corea
del Norte y Corea del Sur”.
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