Hugo Páez
Felipe
Calderón tendrá que agregar a su histórica derrota los meses negros del
patético espectáculo de sus protegidos, parientes y amigos, aferrados a sus
posiciones de poder en el Congreso, mezclados en un crisol de intereses que
terminará por atomizar al PAN en pequeños clanes.
No
se trata solamente de una derrota, sino de una espiral de conflictos en caída
libre. En corto es alarmante la frustración de destacados militantes asqueados
por el espectáculo de esa “generación de jóvenes”, exaltada por Juan Ignacio
Zavala, que se brincó los estratos mas añejos para terminar en el fracaso.
Esa
generación de jóvenes encabezada por su cuñado Felipe Calderón tuvo resultados
brutales al regresar la Presidencia de la República al PRI y, en el colmo del
cinismo, persistir en el control del Senado y el partido, a pesar de los
escándalos, el mas reciente, un préstamo de 300 mil pesos de recursos de la
Cámara Alta en el cual el Roberto Gil Zuarth prestó el nombre, con la
expedición de dos cheques por 150 mil pesos a nombre de un tercero: Juan
Ignacio Zavala.
Debemos
creerle a Roberto Gil Zuarth y a Ernesto Cordero que el préstamo al cuñado del
ex presidente Felipe Calderón, no es abusivo, simplemente por que no se cometió
alguna falta administrativa. Sin embargo, todo estaba pensado para permanecer
en la secrecía cómplice del presidente de la Mesa directiva del Senado, ex
coordinador parlamentario.
También
debemos pensar que en este caso la maniobra expuesta después de los
enfrentamientos con Gustavo Madero nada tiene que ver con proteger su coto de
poder, acompañado por la amenaza de Ernesto Cordero de ponerle marcaje personal
a los gastos de Jorge Luis Preciado, cuando las posiciones plurinominales del
PAN es un claro reparto de los restos de Acción Nacional a los amigos y
parientes de Calderón.
Peor
aun, después de ventilar el préstamo a Juan Ignacio Zavala Cordero podría permanecer en España para
evadir la reunión parlamentaria programada para mañana, y así evitar la
catarsis de sus adversarios.
A
grandes males, grandes remedios. El desánimo y la frustración aparece en los
rostros del PAN, desorientados, fragmentados, en espera de un liderazgo que no
aparece y que en definitiva no es capaz de materializarse en Gustavo Madero.
La crisis del
2009 fue resuelta con una renuncia. Germán Martínez Cazares tiro la toalla
después de la derrota. Contra las voces alentadoras, aún las del mas alto
nivel, entendió que la salida, es una entrada digna.
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