Hugo Páez
Dos pésimos movimientos mantienen en
jaque a Gustavo Madero: la remoción intempestiva de Ernesto Cordero de la
coordinación parlamentaria del Senado y la designación de Jorge Luis Preciado.
La torpeza del líder del PAN alentó al
grupo de Cordero para desafiar públicamente el proyecto de iniciativa de
Reforma Política propuesta por el Pacto por México, no solo eso, así vendrá la
Energética con ese potencial para demostrar que existe un fuerte grupo en el
Congreso que no está dispuesto a someterse a la burocracia de los partidos, y a
los deseos del Presidente de la República.
Es claro que las Reformas
confeccionadas en el Pacto, con paso forzoso por la aduana del Congreso, son la
arena política de las disputas internas del PAN y el PRD, por eso no se
entiende el trote a todo galope de Madero en ese campo minado.
Después de la reacción instintiva
contra Cordero, Madero rehusó jugar a la segura con Héctor Larios y optó por un
incondicional con empuje y ganas, pero sin en respeto y reconocimiento de los
opositores calderonistas.
Nadie puede negarle a Ernesto Cordero,
Roberto Gil Zuarth, Miguel Barbosa y Manuel Camacho su atribución natural como
legisladores al presentar una iniciativa de Reforma Política mucho mas agresiva
que la “cómoda” propuesta del Pacto, aun cuando los lideres de los partidos la
expliquen como producto de una negociación que garantiza el aval en las dos
Cámaras, y no una posición radical que usualmente termina por anularse en el
debate.
La sorpresiva decisión de Madero con
Jorge Luis Preciado permite a Cordero apoderarse de la agenda democratizadora
en el Congreso y enlutarse como oposición auténtica, esa que perdió la
presidencia y se encuentra en penitencia reflexiva para renacer contra su
enemigo histórico.
Cordero va por la presidencia del PAN contra dos elementos
muy claros: el líder del partido derrotado, y la ex candidata también
derrotada, aun cuando la justificación incluya la infamia de los calderonistas
en la campaña presidencial, con la caradura de pretender mantener el control.
Josefina Vázquez Mota apareció el
domingo en campaña en Matamoros, recorrerá con los candidatos Puebla y
Veracruz. Es la reaparición forzada por la crisis de su partido. En el futuro
mediato forman una triada en conflicto. Cuando hay tres, dos se pueden unir,
los momios apuestan al debilitamiento de Madero y el resurgimiento de Josefina.
Este escenario reeditaría la pugna de la campaña presidencial: calderonistas
contra josefinistas, con algunas variantes, Roberto Gil Zuarth tomo distancia
de su candidata y ahora gravita alrededor de Cordero y de Manuel Camacho Solís.
Roberto apareció entusiasta en las
fotos de la boda de Emiliano Salinas y Ludwika Paleta, hijo del ex presidente
Carlos Salinas de Gortari; Manuel -dicen los enterados de sus movimientos- limó
sigilosamente viejos rencores con su viejo amigo que prefirió a Luis Donaldo
Colosio como candidato presidencial.
Es la naturaleza política cuando de intereses se trata,
sobre todo si el ex presidente se sintió desairado por la inasistencia de
Enrique Peña Nieto en las dos bodas de sus hijos.
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