Hugo Páez
Concentrado en una agenda de altos
dividendos, entre ellos el mediático,
Miguel Mancera no dudó en
montarse en un avión rumbo
a Roma para iniciar en directo un proceso de gestión que busca atraer a la Ciudad de México al Papa Francisco, en la
primera visita.
Ayer estuvo en la residencia de
Santa Marta en el Vaticano con Norberto Rivera Carrera, uno de seis Cardenales
agraciados con la convivencia diaria de SS Francisco. Es el único mexicano que acuerda en directo
desde el final del Cónclave
de la Capilla Sixtina.
Y como la forma obliga, Mancera usa
los canales adecuados: el Arzobispo Primado de la Ciudad de México y los consejos de Armando Martínez, el titular de los Abogados Católicos, en constante contacto con el
purpurado.
Atras quedó la animadversión de Marcelo Ebrard y los
enfrentamientos por temas en los que la iglesia mantendrá su postura histórica: el aborto, matrimonios del
mismo sexo, y adopción de
infantes por estos.
Un ejemplo del daño de adoptar popsiciones ortodoxas,
en cualquiera de los extremos, lo vivió ayer
mismo la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner: se tragó sus odios -aumentados para los
medios-, de viejos enfrentamientos con el entonces Arzobispo de Buenos Aires,
Jorge Mario Bergoglio, en los mismos temas que vivió Ebrard contra los Cardenales Juan
Sandoval Íñiguez,
Norberto Rivera y el Vocero Hugo Valdemar.
Cristina apareció en Roma como un cordero mas del
rebaño de Francisco,
"convenientemente" dio vuelta a la página y le pidió mediar
con el Reino Unido en el caso de las Islas Malvinas.
Un Papa bien vale una muestra de
humildad ¿verdad
Cristina? muestra que no se vió en la
conferencia de prensa en un hotel de la capital de Italia cuando dejó esperando por mas de tres horas a
decenas de periodistas que vieron paralizada su agenda. En respuesta, el brutal
abucheo y la rechifla que la encaprichó para
no aceptar pregunta alguna.
En esa toma de distancia con Marcelo
Ebrard, Mancera aprovecha para enfatizar el cambio de estilo y de los
paradigmas que no son suyos.
Ayer también se enteró que SS Francisco hizo Patrono de los Floristas de Buenos Aires a Juan Diego, el santo mexicano. Un punto mas a favor de la cruzada de Mancera. Siendo Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio no solo incrementó su fe por Guadalupe -la Virgen que según su relato a la periodista argentina Olga Wornat, lo salvó de una tuberculosis en su juventud-, también hizo Patrono a Juan Diego, tal vez mas albado en el país de Jorge Luis Borges y el Che Guevara, que en México.
Ayer también se enteró que SS Francisco hizo Patrono de los Floristas de Buenos Aires a Juan Diego, el santo mexicano. Un punto mas a favor de la cruzada de Mancera. Siendo Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio no solo incrementó su fe por Guadalupe -la Virgen que según su relato a la periodista argentina Olga Wornat, lo salvó de una tuberculosis en su juventud-, también hizo Patrono a Juan Diego, tal vez mas albado en el país de Jorge Luis Borges y el Che Guevara, que en México.
El proyecto de Mancera tiene una
buena dosis política
alineada por una cierta casualidad: los jesuitas son considerados el ala
radical de la Iglesia Católica,
han transitado por la misma vereda que la izquierda mexicana. Francisco es un
jesuita que no duda en bajar a nivel de tierra para tender la mano a los mas
necesitados, esos que la izquierda de Mancera, la que dice que no tiene dueño, serán un factor muy importante en el futuro político del país.
Seguramente Norberto Rivera, Miguel
Mancera, Hugo Valdemar y Armando Martínez,
lograrán que
Francisco pise tierras chilangas en el primer viaje a México. Ya lo verá.
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