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martes, 20 de noviembre de 2012

La comodidad de Mancera y los riesgos de Peña

Hugo Páez

Miguel Mancera no mostrará sus cartas antes que Enrique Peña Nieto, aun cuando la definición de su gabinete tomó forma semanas atrás y solo faltan algunos ajustes propios de las nuevas administraciones.
A diferencia del Presidente Electo, la transición en la Jefatura de Gobierno es un paso mas en la continuidad, interrumpida por momentos por las exigencias entendibles de las tribus de izquierda, algunas de las cuales quedaron maniatadas por la transformación de MORENA en partido.
Mancera podría hacer movimientos de último momento solamente para enfrentar la natural competencia que tendrá con el presidente de la república, obligado por el calendario a mostrar sus cartas antes de terminar el mes.
Mientras Peña Nieto rehace buena parte de la estructura que enfrentará a la delincuencia organizada, la compleja prevención del delito, y la reconstrucción del tejido social, Mancera aplicará las formulas que resultaron aceptables, comparadas con la descomposición de estados que atrajeron reflectores a nivel mundial por el alto grado de violencia, como Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Nuevo León y Chihuahua en los primeros cuatro años del sexenio.
En el pizarrón y la percepción pública son incomparables los problemas nacionales con los el Distrito Federal -metido en una lucha legal por convertirse en estado- sin embargo, los resultados del Presidente de la República siempre serán comparados con los del Jefe de Gobierno; peor ahora que la distancia teórica y los viejos agravios entre el PRI y el PRD es mayor que el PAN y el PRD.
A pesar de que Peña Nieto llega con herramientas sólidas, económicamente estables, una promesa petrolera envidiable y una aceptación electoral mucho mayor que Felipe Calderón, el viejo anhelo priista de recuperar el DF, y el proyecto adelantado de Mancera de convertirlo en estado constitucional, tendrá su primer encontronazo en la Cámara de Senadores, lo que supondrá en medios de comunicación una lucha desigual: David contra el Goliat de las bancadas en el Congreso federal. Y los que suponen que el desmarcaje de Marcelo Ebrard será traumático, ni de lejos se compara con la historia que vivió Marcelo Ebrard con Andrés Manuel López Obrador desde el 2006.
Mientras Enrique Peña espera resultados de las experimentales supersecretaría de Gobernación y la Comisión Nacional Anticorrupción, Mancera transita sin aparente cambios estructurales en su administración.
Lo suyo será defender la transformación, el crecimiento del Distrito Federal en Ciudad Capital y cosechar la siembra de obras civiles de Ebrard. La primera es una lucha constitucional en un terreno noble, donde las bancadas de su Congreso local van en bloque, separados de la mezquina posición de los priistas de Tonatiuh González, manipulados desde el CEN del partido.
El Jefe de Gobierno podrá repetir las formulas que ya funcionan. En un escenario cómodo podría dejar a las principales cabezas, panorama diametralmente diferente del de Enrique Peña Nieto que se encontrará con una burocracia federal del primer nivel de gobierno ilusionada por repetir el trabajo que el mismo PRI criticó.

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