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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Contrato millonario de Pérez Jácome en los últimos días del sexenio

Hugo Páez

Resulta sospechoso que a 17 días de entregar la administración federal, Dionisio Pérez Jácome otorgara un contrato licitado, a Televisa y TV Azteca vía Iusacell por 643.9 millones de pesos, por ser una presunta ganga, comparada con los precios de sus competidores Axtel, Alestra y Telmex.
Entre los argumentos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en ningún momento se analiza el riesgo latente de la inversión de Televisa en Iusacell que deberá ser ratificado por la Comisión Federal de Competencia (COFECO) en el 2014, que podrá ser disuelta si alguna de las dos televisoras se ampara contra la licitación de televisión abierta antes de junio de ese año.
Difícilmente alguien se tragará que a dos semanas de terminar el sexenio, Dionisio Pérez Jácome corriera el riesgo con un contrato firmado a cinco años, donde su prestador de servicios, ganador de 37 de las 40 partidas para dotar de servicios de transmisión de datos entre 10 a 100 Mb al IMSS, ISSSTE, UNAM y CONACYT, esté expuesto a una prueba de la COFECO en dos años, por mas barato que haya cotizado: 67 por ciento mas barato que Axtel, 68 que Alestra y 75 que Telmex. Peor aun, el equipo de Enrique Peña Nieto tendrá que leer la letra chica y las condiciones de escalaciones de precios para ver donde están los pasadizos que pudiera utilizar Iusacell para “emparejarse”.
En otro escenario tendríamos que imaginar a Pérez Jácome como una especie de kamikaze que se arriesga por los que vienen atrás de él, sin sospechar que un precio tan distante de los otros tres competidores tiene propósitos a futuro entre la alianza comercial Televisa – TV Azteca y los amparos contra la licitación de la televisión abierta que están en puerta.
El comisionado presidente de la COFECO, Eduardo Pérez Motta, escribió en el periódico Reforma: si para ese momento se ha publicado la convocatoria para la licitación, pero ésta no se ha concluido exitosamente, las empresas tendrán que deshacer la alianza (Televisa-Iusacell). Si no se ha publicado la convocatoria, se extingue la condición y las instituciones involucradas tendremos que vivir con la responsabilidad de haber sido incapaces de siquiera llamar a una licitación (ya no digamos llevarla a cabo) en el módico plazo de ¡dos años!
Y agrega: TV Azteca y Televisa, vale la pena remarcarlo, tienen el derecho constitucional inalienable de ampararse si no les gustan los términos de las bases de licitación o cualquier otra actuación de la autoridad. Pero si cualquiera de ellos lo hace, el reloj de los 24 meses no se detiene. Ellos sabrán si quieren correr el riesgo de que se acabe el tiempo y se disuelva la alianza Televisa-Iusacell. Las reglas son claras, y ellos las aceptaron explícitamente.
Si, pero en los detalles está el diablo. La lluvia de amparos podría venir de otras empresas satélites, o de las propias que meterían al nuevo gobierno de Peña Nieto una madeja legal, y en caso de disolverse la alianza dejaría vulnerable a Iusacell frente a la tecnología de sus competidores. O sea que la ganga de Dionisio y su estoico riesgo resulta terriblemente sospechoso.

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