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martes, 6 de noviembre de 2012

Beltrones, de la congeladora a la incubadora

Hugo Páez

El cambio fue radical. La posición de Manlio Fabio Beltrones al congelar la Reforma Laboral a principios de la semana pasada terminó en las prisas por avalarla “en breve”.
Seguramente el coordinador de la bancada del PRI no estimó la importancia que dan en el círculo rojo de Enrique Peña Nieto a mantener la fiesta en paz con el PAN y el PRD en vísperas del cambio de poderes.
La jugada de Beltrones no logró intimidar a sus adversarios, por el contrario, los unió peligrosamente en acuerdos parlamentarios y para lo que se ofrezca el 1 de diciembre, con el antecedente traumático del 2006.
El miércoles comentamos que algunos senadores del PAN midieron los movimientos de Manlio Fabio Beltrones y concluyeron que en realidad estaba blofeando por su cuenta, que el principal interesado en avalar la Reforma Laboral que envió Felipe Calderón -no sin algún cambio sembrado para lucimiento de legisladores del PRI- era Enrique Peña Nieto, como lo dijo el propio Beltrones.
Peor aun, en la comedia de enredos en que tránsito el dictamen de la Cámara de Senadores a la de Diputados, en la oficina de Emilio Gamboa dejaron pasar una declaración afirmativa, que al siguiente párrafo convertía en conjetura de Perogrullo.
Algunos medios cabecearon a ocho columnas que Enrique Peña Nieto enviaría otra Reforma Laboral al Congreso a partir de los dichos de Gamboa. Beltrones se hizo el sorprendido y juró no saber nada, sin embargo la confusión terminó de enterrar –cuando menos en la percepción pública- la iniciativa preferente de Calderón.
Blofeos, confusiones, y alianzas entre opositores obligaron a Peña Nieto a desfacer entuertos y a moderar los movimientos de sus coordinadores, principalmente el de Beltrones que cambio de: “los diputados se tomarán el tiempo que sea necesario” y “Calderón verá la aprobación de la Reforma desde la comodidad”, a: “la Reforma será aprobada en breve”.
Gamboa le puso la bola a un Juan Molinar Horcasitas urgido de reflectores, y este lo caricaturizó con un proverbial “están hechos bolas los priistas”. Si no fuera por lo pesadito del profeta Molinar, la mofa seguiría en las redes sociales.
Peña Nieto dio un manotazo y la congeladora se convirtió en incubadora.
Sus bancadas en el Congreso lo metieron en un problema innecesario al cuarto para las doce en la aduana de San Lázaro que le provocó muchos problemas a Felipe Calderón seis años atrás. Quedan en la memoria escenas que dieron la vuelta en medios internacionales, como la toma de tribuna, campamento de legisladores de izquierda días antes del cambio de poderes, y largos meses tratando de probar una legitimidad que ya le habían otorgado las autoridades electorales.
La historia continua, PAN y PRD descubrieron la debilidad de las bancadas del PRI, virtualmente convertidas en gobierno, que en el sexenio que termina apretaron todo lo que quisieron, pero ahora tienen dueño.

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