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jueves, 6 de septiembre de 2012

Adiós y retorno en Los Pinos

Hugo Páez

Al mal tiempo, buena cara.
Felipe Calderón Hinojosa se mostró cordial, amistoso e inusualmente sonriente con Enrique Peña Nieto en el recorrido que, durante hora y media, les llevó transitar por jardines, salones, oficinas, y habitaciones de Los Pinos.
Duro para el presidente saliente el paseíllo simbólico que regresa el poder al partido expulsado por el PAN en el año 2000. Pero quedará como un misterio si ese mismo recorrido resultaría igual o mas penoso hacerlo con Josefina Vázquez Mota.
No es tensar navajas, algunos integrantes del equipo de Ernesto Cordero en la contienda interna de Acción Nacional comentaban que era preferible que ganara Enrique, a Josefina. No les importaba que sus coplas sonaran a traición.
Pero ya en perspectiva, después de enfriar la rabia de saberse derrotados por la hija desobediente, deben estar arrepentidos o disfrutando de su actitud mercenaria.
Sin embargo no puedo imaginar a Felipe Calderón libre de toda frustración por no poder entregar la estafeta al PAN.
Nada tendrá que ver si Peña Nieto hace un buen gobierno, o resulta un excelente gobernante, el fracaso de una generación de panistas que no supieron mantener sus ideales en el gobierno federal es BRUTAL, así, con mayúsculas.
Los panistas no tienen otra opción que imaginar regresar a la presidencia en el 2018. En estos momentos la realidad es otra, un mal gobierno del PRI aumentará las posibilidades de la izquierda, los electores apostaron en el 2000 por un tipo de alternancia, en el 2006 por una continuidad decepcionante, y en el 2012 por el regreso de lo menos peor; en el 2018 restará darle oportunidad a la izquierda si es capaz de prepararse con cuadros mas progresistas, menos radicales, que demostraron buen gobierno durante lustros en el Distrito Federal.
Las condiciones están sobre la mesa de Enrique. Recibe un gobierno económicamente estable con reservas envidiables en el Banco de México, los hallazgos petroleros prometen superar los mejores tiempos de Cantarell y esto abona a la continuidad.
Lograr la percepción de seguridad pública evidentemente resultará mas tangible gracias a la metodología de prueba y error que implementó Calderón, Genaro García Luna, Guillermo Galván Galván, Francisco Sainez, en su momento Juan Camilo Muriño y Francisco Blake Mora, y ahora Alejandro Poiré.
Pero en materia de seguridad no hay fórmulas probadas que funcionen en unas coordenadas, igual que en otras. Será la prueba de fuego para Peña, para sus gobernadores acostumbrados a la autonomía que les daba ser oposición del gobierno federal.
Ayer el presidente Calderón recorrió la ruta del adiós con quien fue durante años el innombrable en Los Pinos, la sola imagen de Enrique Peña Nieto en televisión provocaba molestias incomprensibles. Esos sentimientos tuvieron que ser superados, supongo, ya que ayer, dicen los invitados, el anfitrión estuvo insuperable.

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