Hugo Páez
Consulté a los tres últimos ex presidentes del PAN del DF sobre el llamado de Vicente Fox Quezada a cerrar filas con Enrique Peña Nieto, el candidato opositor a su partido.
Mariana Gómez del Campo y Carlos Gelista coincidieron abiertamente en la expulsión del ex presidente; Obdulio Ávila Mayo seguramente lo echaría de inmediato del partido, pero en su calidad de Subsecretario de Gobierno de SEGOB, no puede hacer declaraciones públicas sobre el tema.
Pues bien, quiero imaginar que Vicente se levantó en su Rancho de San Cristobal, desayunó con el periódico Reforma en la mesa y entró en pánico al ver que su principal detractor en la campaña del 2006, Andrés Manuel López Obrador, avanzaba brutalmente en la encuesta, hasta llegar a solo cuatro puntos del candidato del PRI.
Fijó su objetivo: afianzar la victoria del candidato con mas posibilidades y desacreditar la consulta de Reforma.
Pero… ¿en verdad ayudan a Enrique Peña Nieto los traidores que apuñalan en público a sus candidatos..?
Seguramente el priista se encuentra distante de los “espontáneos” que saltan al ruedo con quiebres espectaculares, ya que por ningún lado se ven las hordas de feligreses de Vicente Fox Quezada o Lía Limón, por ejemplo. Tampoco veo a los millones de seguidores del entonces candidato que logró sacar al PRI de Los Pinos en el 2000; no veo argumento alguno, mas allá de su propia salvación y la de los Bribisca, los hijos de Marta Sahagún.
En uno de sus discursos del fin de semana, Peña Nieto urgió a sus seguidores a echarle todos los kilos, a cerrar filas, a no confiarse y meter el acelerador para lograr la victoria el 1 de julio.
Tres semanas atrás, Vicente Fox besó la mano y abrazó a la candidata de Acción Nacional en una escalinata en Monterrey. La llamó “mi presidenta” ante cámaras y reporteros, cuando semanas antes, parecía uno de los mas fervientes admiradores de Peña Nieto.
El domingo el ex presidente decidió apostar su resto sin importarle la traición, el oportunismo, la vergüenza y a la postre, el desprecio de quienes ahora le dan bienvenida a sus palabras.
Le pareció barato apuñalar por la espalda a quien en su momento alabó como una excelente Secretaria de Desarrollo Social, a quien le ayudó a llegar a Los Pinos y a quien envió como representante a la campaña de su sucesor Felipe Calderón Hinojosa.
El PAN jamás ha luchado con molinos de viento tan grandes como los de esta elección. Rocinante se vería como un corcel poderoso al lado de un partido desmembrado y con un gobierno federal totalmente distanciado.
Como me dice un amigo “Que esperaba Josefina de un imbécil que confunde “Cirios y Troyanos”, con “Tirios y Troyanos”; a Jorge Luis Borges, con José Luis Borgues; y tan perverso que dejó escapar a “El Chapo” Guzmán“. Pues si, que esperaba Josefina.
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