Es la oportunidad para el Partido del Trabajo. Andrés Manuel López Obrador le alineó los planetas el lunes en un mitin en Iztapalapa, apoyado en una decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que sesionó a altas horas de la noche, como si de una acción clandestina se tratase, guarecida al margen de la luz. El fallo: Silvia Oliva sustituye a Clara Brugada como candidata a jefe delegacional.
El Peje pretende abrirle un boquete al PRD en el bastión electoral de la izquierda, con el afán de sangrarlo para alimentar los puntos necesarios para que el PT conserve el registro, y así renacerlo como la izquierda auténtica, la que se resiste al poder de la mafia, esa que quiere expulsarlo del Sol Azteca, según su homilía del lunes.
Viernes, sábado y domingo se instalará en Iztapalapa y volcará toda su fuerza para lograr la metamorfosis. No dude la invocación a las fuerzas de los estados para lograr su objetivo. Es oportunidad única, con ingredientes fáciles de explotar: injusticia, revanchismo del gobierno federal, maniobra del colaboracionismo Chucho, etcétera.
Lo cierto es que el PRD quedará herido de muerte si no hay respuesta contundente a su estrategia.
Desde Clara Brugada apostó su resto en Iztapalapa, pero el revés del Tribunal Electoral lo coloca en su posición favorita, la de víctima, y de paso acelera el apuntalamiento del Partido del Trabajo, su refugio, su plan “B” que se está convirtiendo en el “A” solitario.
Su decisión causó confusión, como el plantón de Reforma en el 2006 que agarró por sorpresa a Marcelo Ebrard. Esta vez igual, no le avisó sus planes ¿pero que Mesías lo hace? Solo que esta se puede convertir en tragedia para el PRD, en la que todos los grupos salen perdiendo, aunque el Peje construye su bunquer para el 2012.
Por la mañana se vio más clara la amenaza, empezaron a cambiar posiciones y a despertar los entumidos por el golpe lopezobradorista. Algunos que quieren seguirle el paso no pueden, la paradoja los empieza a ubicar de uno u otro lado, es el caso de Alejandra Barrales. Ayer hablé con ella y asegura que no hará campaña contra los candidatos del PRD, una posición inesperada cuando horas antes renunció a la presidencia del PRD DF para eludir el registro de Silvia Oliva, como lo ordenó el Tribunal electoral bajo amenaza de sanción, en caso de desacato.
En esa lógica, Barrales apoyaría la estrategia de López Obrador, pero no, no hará proselitismo a favor del pelele que se presentó en Iztapalapa con una banda en la cabeza, en uno de los espectáculos más denigrantes de la política nacional en que la miseria humana es aprovechada por el autoritarismo de un dictador sin gobierno, sin país al cual someter.
La ira de López Obrador dibujada en su rostro provocó reflexiones y viejos temores. Como animal político ve a su presa debilitada, lista para ser devorada, solo que esta vez no es la derecha, la mafia, ni las fuerzas fácticas, es su propio partido que no encuentra el dardo para tranquilizarlo, en una zaga napoleónica en al que está apostando todo por Iztapalapa. A ver si no se convierte en su Waterloo.
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