Debe ser muy tentador el querer y poder dar un paso más allá.
Una vez que se superó la tragedia, si eso es posible, a Alejandro Martí se le presenta un panorama nacional en el que puede influir con solo convocar a conferencias de prensa. Ayer lo hizo con una propuesta que pretende presionar a los candidatos a diputados, alcaldes, jefes delegacionales y gobernadores, a firmar compromisos que rebasan el ámbito de las organizaciones sociales y pisan terrenos pantanosos de política pura y densa.
“Mi voto por tu compromiso” le llamó a los postulados de un autodenominado Pacto Nacional Ciudadano de la organización SOS que encabeza. Lo firmaron por solidaridad, creo yo, Roxana Franco de México Unido Contra la Delincuencia y Meyer Klip, del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del DF. ¿No fueron convocados los Consejos de los estados?
Los postulados piden que se eliminen los diputados y senadores plurinominales y se apruebe la reelección de legisladores, presidentes municipales y jefes delegacionales. A esto le llama libertades constitucionales.
Martí habla de inconformidades con la “clase política”. Hablar de clases equivale a etiquetar conductas y/o características de grupo que inducen al maniqueísmo; los políticos, lo malo; los ciudadanos, lo bueno.
Las organizaciones ciudadanas auténticas, dedicadas a la seguridad pública, tratan el tema político con mucho cuidado, con el propósito de no convertir un servicio y una exigencia en un interés personal, disfrazado de ciudadano.
La propuesta de Martí parece auténtica, bien intencionada, pero ¿qué hace la petición de reelección en este tema, ó la de eliminar las pluris, cuando ya es un proyecto de reforma serio?
También tiene razón cuando el Pacto Nacional Ciudadano trata de arreglar el desmadre mexicano explicando la interrelación de la delincuencia con el estado de derecho, las normas constitucionales obsoletas etc. Es como explicar que a nivel subatómico todos estamos hechos de lo mismo, sin embargo, pedir el voto ó el veto, a partir de exigencias ciudadanas, es lo que hacen normalmente los partidos políticos desde la oposición, desde esa comodidad de no ser gobierno en un país lleno de problemas como el nuestro. Brincar la línea suele confundir funciones, unas de juez, otras de parte, a menos que esa sea la intención.
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