Uso faccioso de la Fiscalía contra Nestora y López Obrador
Hugo Páez
No hay forma de ocultar el tufo a persecución de la Fiscalía de Guerrero contra la candidata plurinominal de Morena al Senado, Nestora Salgado, después de la acusación del candidato del PRI-PVEM-Panal José Meade Kuribreña en el debate entre presidenciables.
Y no hay forma de ocultar el verdadero blanco: Andrés Manuel López Obrador, vía su candidata acusada de secuestro y violación a los derechos humanos, porque después de dos años de ser liberada el Fiscal Jorge Zuriel de los Santos, impuesto por el gobernador Héctor Astudillo Flores, apeló el auto de libertad de seis causas penales, de las cuales el Tribunal Superior de Justicia de Guerrero aceptó cinco.
Comenté en este espacio las enormes dudas sobre la inocencia de Nestora, con datos abrumadores en su contra, desde secuestro, extorsión, privación de la libertad, condenas de “reeducación” a jóvenes, y más, documentados algunos de ellos por Héctor de Mauléon (http://ow.ly/qT1T30kbI1G).
Pero más allá de la evidencia, la negligencia de la autoridad de Guerrero y de la PGR de Alberto Elías Beltrán, por delitos asociados con el crimen organizado imputados a Nestora, ese desgano funciona como válvula de la procuración de justicia que se abre y cierra a discreción, según el interés del calendario electoral, con el claro objetivo de dañar al candidato de Morena, tal como ocurrió con el caso de lavado de dinero del empresario queretano Manuel Barreiro y el presunto involucramiento de Ricardo Anaya Cortés.
Esa válvula de procuración de justicia se mantuvo cerrada al menos en Veracruz, en Chihuahua y en Quintana Roo, hasta que Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge perdieron la elección, y un PRI indignado utilizó al entonces Secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong para iniciar la ‘cacería de los corruptos’, una operación de exculpación -al final fallida- en preparación de la elección presidencial.
En la montaña de pendientes de la apocalipsis que vive Guerrero, el caso de Nestora Salgado amerita estar en la carpeta de “asuntos sin importancia”, pero el opel conectado por José Meade a Andrés Manuel en el debate de Tijuana BC, desempolvó un asunto que puede ubicar a Héctor Astudillo en las preferencias de Meade, y, por supuesto, su tablita de salvación, de ganar la elección presidencial, ante la avalancha que amenaza con arrollarlo después del 1 de diciembre.
Pero en la danza de las torpezas imparables del PRI y sus gobiernos, la repentina acción de la justicia guerrerense, apoyada por la salida del cuestionadísimo ex Fiscal Iñaki Blanco Cabrera, ‘testigo’ de las tropelías de Nestora, pero ciego en la tragedia de los 43 normalistas de Ayotzinapa masacrados en Iguala, lo único que están logrando es desinflar uno de los escasos golpes de Meade Kuribreña en el debate, al convertir en víctima a la ex comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, acusada de enviar a campos de reeducación, al más puro estilo estalinista, a personas que no se sometieron a la ‘disciplina’ de los comunitarios.
López Obrador debe estar olfateando el efecto contrario, la autoridad cortesana lo libró, igual que a Tatiana Clouthier y a Yeidckol Polevnsky, de esgrimir la defensa Nestora, ahora es víctima del gobernador Héctor Astudillo y de su dream team de fiscales, entre ellos Xavier Olea, que tienen a Guerrero en una insoportable zona de guerra.
Ahí está la mesa puesta para el mejor Proyecto de Paz en México, ahí está el verdadero debate donde López Obrador, Ricardo Anaya, José Meade y Jaime Rodríguez deberán convencer con argumentos sólidos quién es el mejor.
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