Aval a la Iglesia para negociar con el narco, otro ‘gato muerto’ de López Obrador
Hugo Páez
Igual que los amagos contra el Nuevo Aeropuerto de la CDMX (NAIM), el aval a la iglesia católica y evangélicas para negociar la paz con el narcotráfico, es otro ‘gato muerto’ de Andrés Manuel López Obrador, que mete en líos a la narrativa del Estado de Derecho de su coordinadora Tatiana Clouthier Carrillo. Así define la politóloga Isabel Turrent a la estrategia mediático-electoral para captar o desviar la atención con un escándalo.
La polémica posición del candidato de Morena en la lucha contra la delincuencia organizada tiene toda la intención de sepultar las fuertes críticas sobre incongruencias y personajes impresentables, entre ellas el video desempolvado de hace dos años por la coordinadora de la oficina de José Meade Kuribreña, Vanessa Rubio, donde apalea al ITAM y a sus egresados, en una especie de ‘fatua’’ intolerante contra la libre cátedra y contra la institución de gran prestigio académico.
Y todo por golpear a Luis Videgaray, José Meade, Ernesto Cordero y Agustín Carstens al culparlos de la ‘catástrofe’ económica del país.
Andrés Manuel atiza de nuevo la controversia de los métodos caducos utilizados en Colombia para dirigir la agenda electoral a su antojo, sin hablar de los detalles sobre una paz narca pactada, donde, según la experiencia internacional, tendría que dejar a los criminales producir amapola, procesar goma de opio y heroína, mariguana, ‘cocinar’ metanfetaminas, y la diversidad de estupefacientes para el mercado nacional e internacional.
No hay otro tipo de pacto, NO se trata de grupos que busquen la reinserción social, y las comunidades que los apoyan y que están bajo su yugo, manejan ingresos muy superiores a otro tipo de actividades agrícolas legales. No es guerrilla o grupos armados con base social, es simplemente crimen organizado.
El líder de Morena aprovecha el espacio vacío que deja la tibia reacción del gobierno federal, donde la PGR de Alberto Elías Beltrán o Gobernación de Alfonso Navarrete Prida aparecen tolerantes con la mediación, si acaso declaraciones de respeto a la ley y frases de perogrullo, pero no llaman a declarar al obispo de Chilpancingo-Chilapa Salvador Rangel Mendoza, quien ya con anterioridad reveló encuentros con las cabezas del narco de la zona de Chilpancingo y Chilapa, la puerta de la sierra que permanece custodiada por elementos del Ejército Mexicano.
El obispo lo señaló con una claridad y valentía impresionante: “quien abre y cierra la puerta de entrada a los grupos criminales son militares apostados en Chilapa”.
Monseñor Rangel Mendoza de nuevo da a conocer acuerdos de paz en la región más virulenta de Guerrero, y Andrés Manuel aprovecha para imponer agenda, y dar un guiño a la Iglesia Católica y a las evangélicas: "Yo veo con buenos ojos que tanto pastores de las iglesias evangélicas y sacerdotes y obispos de la iglesia católica busquen también la reconciliación, el diálogo para que se garantice la la tranquilidad, para que haya paz en México".
"No le reprocho al Obispo de Chilapa que tuvo esa reunión, porque yo conozco la situación tan difícil que están viviendo en la Montaña de Guerrero y en toda esa región de Chilapa, donde hay mucha violencia".
"Entonces qué bien que él se atrevió a hacer eso, que se esté exhortando para que no haya violencia, que no le quiten la vida a nadie, ni a candidatos ni a los ciudadanos"
"Nosotros vamos a buscar diálogo con todos los mexicanos. Vamos a privilegiar el diálogo siempre, bajo cualquier circunstancia vamos a poner la voluntad del diálogo, la reconciliación”.
Seguramente en los cuartos de guerra de Meade Kuribreña y Anaya Cortés piensan en el uso de ese nuevo ‘tesoro dialéctico’ del candidato que anteriormente puso sobre la mesa la amnistía al narcotráfico, provocando otro escándalo, hasta con declaraciones del presidente de Colombia Juan Manuel Santos.
Sin duda alguna la posición implica una actitud muy peligrosa, de ganar la elección presidencial, como dicen las encuestas. Pero el propósito inmediato es otro, es subir al ring a sus adversarios con armas propias, tal como lo hizo en el tema del Aeropuerto, donde mordió el anzuelo el presidente del Consejo Coordinador Empresarial Juan Pablo Castañón al aceptar mesas de análisis sobre un proyecto y una obra en marcha.
El tema es una panacea con ingredientes de primera: un gobierno que NO puede contener la violencia generalizada en el país y ya rebasó la masacre de Felipe Calderón Hinojosa del 2006 al 2012 -y aún no termina este sexenio-; un gobernador, Héctor Astudillo Flores, que bajó los brazos semanas atrás al declarar que no había condiciones de seguridad en Guerrero para los comicios; el obispo Salvador Rangel echado para adelante que se da el lujo de desdeñar el confort de la Conferencia del Episcopado Mexicano de Francisco Robles Ortega y de a la Arquidiócesis más importante del país, la de la CDMX de Carlos Aguiar Retes, además de mantenerse en defensa de sus fieles, sin importarle enfrentar al gobernador Astudillo y al Fiscal Xavier Olea, para lograr lo que NO ha podido hacer la Comisión Nacional de Seguridad de Renato Sales Heredia, la PGR de Alberto Elías Beltrán, la Policía Federal de Manelich Castilla, el Ejército de Salvador Cienfuegos y la Marina de Vidal Soberón.
Andrés Manuel les aventó otro ‘gato muerto’ sobre la mesa de los equipos de Ricardo Anaya y José Meade, como define Isabel Turrent en el tema del Nuevo Aeropuerto “Una táctica infalible para mantener la atención de los medios y dominar la agenda. Si la atención pública, siempre inestable, se centraba en los proyectos de otros, hay que arrojar ‘un gato muerto sobre la mesa’. Cualquier cosa para seguir ocupando la primera plana de la prensa”.
Y este ‘gato muerto’ no será el último.
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